Investigación

¿Por qué no se puede hablar del terrorismo de los años 70?

Por Christian Sanz, director de Diario Mendoza Today.

Es raro, es absurdo, pero hablar de terrorismo en Argentina tiene toda una connotación imbécil. Se puede hablar, pero hasta ahí.

En realidad, mucho no se puede ahondar en lo que hicieron agrupaciones terroristas en los años 70, porque uno se vuelve blanco de una jauría de impresentables. Esos que piden el carnet de honestidad del que ellos carecen.

Condenar el terrorismo de los 70 vuelve a uno automáticamente “represor” o “procesista”, sin escalas. Ello explica por qué son tan pocos los periodistas que se animan a hablar crudamente de esos años. Nadie quiere ser “escrachado” por el gran aparato de los K.

No obstante, la verdad se impone “per se”, no es una cuestión de valoración sino de meras descripciones de lo que pasó en esos días, cuando “jóvenes idealistas” asesinaron sin piedad a cientos de personas, que eran inocentes de toda inocencia.

Tenían sus ideales, es bien cierto, pero ¿quién no los tiene? ¿Es eso excusa suficiente para matar a diestra y siniestra? ¿El fin justifica los medios?

Miembros de Montoneros y ERP acribillaron a familias completas, metieron bombas en sus casas, ajusticiaron incluso a sus propios compañeros. ¿Esa era la juventud maravillosa de los 70, muchos de cuyos miembros hoy recalan en el gobierno nacional?

Lo que hicieron estos asesinos —lo son por definición— no justifica en lo más mínimo la masacre que luego acometió al dictadura militar de Videla, Agosti y Massera. Esa parte de la historia no está en discusión, ya que muchos de esos criminales hoy están en prisión. Como debe ser.

Sin embargo, no ocurre lo mismo con los que mataron en nombre de “sus ideales”. Lejos de estar en prisión, esa camada de delincuentes hoy cobra subsidios que surgen de los impuestos que paga toda la ciudadanía, incluido el imbécil que escribe estas líneas.

Cuando alguien mata a otra persona, la discusión no debe entrar en los cánones de la ideología. Es estúpido cuando ello ocurre: una muerte es una muerte, y debe condenarse ya sea que la cometa alguien que está a la derecha o la izquierda de esa abstracta valoración.

¿Quién fue el tarado que dio el puntapié inicial a tan estúpido dilema? Es imposible saberlo, pero está claro que debe terminarse de una buena vez y por todas.

Lo antedicho viene a colación de la ya añeja decisión de la Cámara Federal de reabrir la investigación por el atentado al comedor de Policía Federal en 1976, por el cual quedó bajo la mira la organización Montoneros.

El hecho había sido archivado por la jueza María Servini por prescripción a raíz del paso del tiempo. Ahora, los jueces de la Cámara Federal le ordenaron que prosiga con la causa pues debe ser considerado como de lesa humanidad.

En tal contexto, nunca está de más recordar que no hay muertes buenas y malas; ni hay asesinos correctos o incorrectos. Creer algo así es de una imbecilidad astronómica.

Lamentablemente, ese pareciera ser el lema de muchos hoy en día, tanto a la izquierda como a la derecha ideológica.

Todos ellos alimentan cada día la brillante frase atribuida a Albert Einstein: “La inteligencia es limitada, pero la idiotez no tiene límites”.

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