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Por qué los mejores pensamientos suceden cuando estás en la ducha

¿Alguna vez estabas en la ducha y se te ocurrió una idea brillante? Quizá no gritaste ‘Eureka’, pero te sorprendiste de que en un lugar así llegaras a una conclusión tan certera sobre un problema. Cuando la mente se enfoca en un problema consume gran parte de su ancho de banda asignado, mientras que dejar que divague al realizar una tarea monótona o ‘sin sentido’ permite que los pensamientos subconscientes vaguen más allá de la actividad en cuestión.

Las actividades automáticas y rutinarias pueden ir desde a caminar a conducir por una ruta habitual, seguir una rutina de ejercicios, caminar por la naturaleza o (lo estabas esperando), tomar una ducha. Son actividades solitarias, que nos permiten desconectarnos del mundo exterior, y pueden servir para meditar y relajarse, además de abrir nuevas ideas y perspectivas.

Según informa ‘Psychology Today‘ otro probable beneficio adicional de la ducha y la razón por la que es tan buena para pensar es que su ruido blanco bloquea la estimulación exterior. Produce algo así como una ‘privación sensorial parcial’, y desvía al espacio mental que la mente usa para deambular. Las ideas que se incuban en el fondo pueden surgir a la conciencia y llevarte a superar un callejón sin salida creativo.

Además, la falta de estimulación externa puede conducir al estado de “flujo”, en el que estamos profundamente, aunque distraídamente, comprometidos con las contemplaciones internas. Por una parte, los pensamientos de ducha son percepciones del subconsciente, y el resultado de no pensar deliberadamente en nada. Al mezclarse, dan una relativa tranquilidad y rapidez mental con la que se puede llegar inintencionadamente a resolver ciertos problemas.

Caminar es otra actividad un poco inconsciente o sin sentido que nos conecta con el momento presente. Si te mueves en modo flâneur, imitando a otros grandes como Virginia Woolf, Nietzsche o Henry David Thoreau, también llevarás una mentalidad errante que sigue el juego de tus pies. Eso lleva a encadenar asociaciones. Rosenblatt desarrolla el hermoso concepto de que cada uno de nosotros tiene dos personalidades que adoptamos en nuestros paseos privados, una “para los sentidos, otra para el intelecto”. Los dos nunca se encuentran, pero viven conectados “vidas paralelas… y uno al lado del otro avanzan hacia el infinito”.

Las duchas y las caminatas pueden ser experiencias meditativas y oportunidades para la introspección y la reflexión. También son momentos en los que pueden surgir grandes ideas en nuestra cabeza.

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