Christian Sanz

Abuso sexual, amenazas e inoportuno silencio: Alejandro Jofré, una triste postal de la pacatería mendocina

Por Christian Sanz, director periodístico de Diario Mendoza Today.

“Alejandro viene y te manosea, como si fuera lo más normal del mundo. Te toca las lolas, la cola, incluso adelante”. La frase refiere al subsecretario de Trabajo de Mendoza y me fue pronunciada a mediados del año 2017 —cara a cara— por una mujer que trabajaba en esa misma dependencia.

La oración me dejó sin palabras. ¿Qué se dice ante algo así? ¿Realmente debe pronunciarse algo o es mejor callar?

La dicotomía no demoró demasiado, ya que la chica en cuestión siguió con su relato sin que yo precisara mencionar palabra alguna. “No soy la única, todas somos víctimas de lo mismo. Jofré te llama para pedirte un expediente o para cualquier cosa y aprovecha para manosearte”, insistió la joven.

Pronto llegaría el segundo relato, el tercero… incluso un cuarto. Todos coincidentes y concomitantes. Supe que había algunos más, pero decidí abocarme a esos que ya ostentaba en mi poder.

Consulté a diversas fuentes de información, entre otros a gremialistas y funcionarios del gobierno. Me sorprendió ver que todos estaban al tanto de lo ocurrido. Todos habían escuchado lo que se decía sobre Jofré. Sin embargo, nadie nunca hizo nada.

Ya eran los primeros días de noviembre de 2017 y decidí tuitear al respecto: “Después de lo que ocurrió con Fonzalida en la Anses, habría que enfocar los cañones sobre la figura de importante funcionario mendocino que acosa mujeres”.

Ese tuit provocó que me llamaran dos altos funcionarios del entonces gobierno de Alfredo Cornejo a efectos de preguntarme a quién me refería. Luego de pronunciar el nombre en cuestión, no volvieron a atenderme.

Volví a hablar con cada una de las mujeres acosadas, les recomendé lo mismo a las cuatro: “Vayan a una Fiscalía y hagan la denuncia pertinente”. Una de ellas transitaba en esos días una conflictiva situación con su propio marido por este tópico.

Ninguna se animó a hacerlo, entonces ofrecí: “¿Por qué no lo han contado a los medios?”. Todas me dijeron lo mismo: fuimos a golpear todas las puertas, y todos se excusan diciendo que no pueden hablar del tema.

Finalmente, una de las chicas se animó a hacer la respectiva denuncia, siempre bajo reserva de su nombre. Luego se animó una segunda. Ambas se presentaron en la Unidad Fiscal de Delitos Contra la Integridad Sexual, ante la fiscal Cecilia Bignert. 

Las demás decidieron persistir en su inentendible silencio. ¿Por qué callar si el tema ya explotó? Ese mutismo, en lugar de ayudar, terminó perjudicando a las dos denunciantes, que terminaron siendo objetadas por el propio Jofré.

Mientras tanto, este último optó por no hablar del tema. “Estoy esperando declarar ante la fiscal para salir a hacer declaraciones”, me dijo a través de un escueto WhatsApp en aquellos días de 2017.

Dalmiro Garay, ministro de Gobierno, directamente ignoró mis preguntas. ¿Qué dirá el gobierno sobre este escándalo? ¿Qué harán al respecto con Jofré? Son solo algunas de las tantas dudas que pretendía que me evacuara.

Mientras tanto, mientras cada uno jagaba al distraído a su manera, el supuesto acosador seguía en su cargo, y las mujeres que lo habían padecido debían lidiar con él cada día. Si no fuera real, sería surrealista.

Debieron pasar casi deis años para que la Justicia pusiera a Jofré en el banquillo de los acusados, en un juicio que se desarrolla a puertas cerradas y que parece no interesar a los grandes medios provinciales.

Entretanto, el otrora subsecretario sigue fiel a su naturaleza y decidió acusar a las víctimas, tildándolas de “mentirosas” y “vagas”. A su vez, amenazó con denunciarlas por haberse atrevido a acusarlo. ¿Cómo es posible que todo esto no aparezca en los grandes titulares de la prensa mendocina?

Está claro en este punto que nadie estuvo a la altura de las circunstancias. Nadie. Ni la Justicia, ni la política, ni los medios. Pero no debe sorprender, porque Mendoza es así, una provincia donde todo se sabe pero nada se denuncia. Y lo que se denuncia queda en la nada.

¿Cómo entender sino que luego de décadas de corrupción haya solo un funcionario preso en la provincia y nadie más? No tiene que ver con un partido político ni con un período determinado. Es una cuestión cultural, aceptada ya por todos. Mendoza es como una gran mascarada, donde todo termina barriéndose debajo de la alfombra.

Mientras termino de escribir estas líneas recuerdo que el gobierno ostenta un 0800 para hacer denuncias laborales, donde se agrupa también el “acoso” y el “hostigamiento”. La paradoja es que la propia Subsecretaría de Trabajo puso en funcionamiento este número.

No hay remate… es imposible que lo haya.

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