Christian Sanz

Corrupción, peculado y drogas: tres casos que revelan la podredumbre de la policía de Mendoza

Fueron detenidos cuatro policías de Investigaciones por quedarse con drogas de un allanamiento. Otro uniformado policía fue acusado por su pareja, quien le encontró mensajes comprometedores. Y una subcomisaria usó recursos del Estado. ¿Y la IGS?

Algo huele mal en Dinamarca, diría Shakespeare. Pero no es Dinamarca, sino Mendoza. Y lo que parece putrefacto es el cuerpo de la policía de la provincia, tal cual viene revelando Diario Mendoza Today con pelos y señales.

Por caso, en las últimas horas cuatro policías de la Unidad Investigativa Departamental Capital (UID) fueron detenidos por apropiarse de drogas que habían sido incautadas durante un allanamiento en la Favorita este martes. Se trata de Leonardo Martín Vaquer, Emmanuel Gallardo Grasso, Alfredo Daniel Cortez y Gerardo Daniel Acosta.

Los cuatro uniformados fueron detenidos y debieron ser trasladados al Centro de Detención federal U-32, donde quedaron a disposición del Juzgado interviniente.

Por lo que pudo saber este diario, no es la primera vez que los policías se quedaban con estupefacientes. De hecho, aseguran que sabían entregarla al dueño de un gimnasio llamado Pitbull, ubicado en calle gobernador González y Ramírez, de la Ciudad de Mendoza. Pertecene a un hombre llamado “Charly” Guevara, quien ostenta dos causas en el fuero Federal por drogas. Dicho sea de paso, el hombre le dijo a este medio que todo ello es falso, pero las fuentes insisten.

Ello es parte de la denuncia que investiga en estas horas la Inspección General de Seguridad y que promete más revelaciones. No solo acerca de nuevos ilícitos, sino también de otros uniformados participantes.

A lo antedicho se suma otro hecho, también conocido este miércoles: un policía se acostó a dormir y su mujer le encontró mensajes comprometedores en su teléfono celular, relacionados a una presunta infidelidad, pero también a hechos de corrupción.

El efectivo se llama Daniel Osvaldo Martínez y, según comprobó su pareja por el contenido de su aparato, llevaba drogas de Las Heras para vender a Palmira.

Pero hay más aún: Mónica Delamer, subcomisaria de Maipú, fue captada in fraganti reparando su auto en el taller de la Unidad Especial de Patrullaje (UEP) de Godoy Cruz, utilizando los repuestos de las movilidades.

A la gravedad de lo antedicho, hay que mencionar que la mujer no trabaja ahí: el que está como titular es su marido, el subcomisario Garavello.

“Jefe de una comisaría utilizando bienes del estado para beneficio personal. En este caso luego de la repercusión del principal Zamora por una denuncia de peculado, se le suma esta problemática a la fuerza policial donde se puede observar el vehículo particular de la jefe de la comisaría séptima de Godoy Cruz reparando su vehículo en el taller de la UEP de Godoy Cruz en donde curiosamente el jefe se esa unidad es su pareja, quien además estuvo denunciado y sin armamento recientemente. Haciendo uso de los repuestos destinados a las movilidades”, sostiene el posteo de una mujer que reveló las imágenes en cuestión.

Si a los tres hechos arriba relatados se les suma lo que viene denunciando Mendoza Today, todo indicaría que no se trata de casos aislados. Con un agravante: muchas de las situaciones irregulares fueron denunciadas ante la IGS y permanecen cajoneadas.

¿Será acaso porque lo que se va descubriendo compromete a “meros perejiles”, que recaudan para los jefes policiales, con la consiguiente complicidad de puntuales fiscales?

No sería nada novedoso, aunque ahora se configura una inquietante novedad: los policías honestos se han hartado de la corrupción y han empezado a revelar los desaguisados dentro de la fuerza. Ya nada será lo que fue.

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