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Estudió Diseño Gráfico en la UNCuyo, trabajó de instructora de esquí y se terminó dedicando al tejido: “Se me metió en las venas”

Pilar Jardel nació en Santa Fe, pero toda la vida vivió en Mendoza, donde descubrió su verdadera pasión

Pilar Jardel es santafesina pero vivió toda la vida en Mendoza, Estudió diseño gráfico en la Universidad Nacional de Cuyo y fue instructora de esquí, pero tal cual lo definió ella misma, “mientras vivía en la nieve se me metió el tejido en las venas y ya nunca más lo deje”.

Con 46 años, un niño de 5 y una familia numerosa que cuenta con padre, madre y 5 hermanos; confiesa que son su más grande contención. “Sin ellos definitivamente nada podría haber sido posible”, asegura en diálogo con diario Mendoza Today.

Tras egresarse en el 2000 de la UNCuyo de diseñadora gráfica, y luego de darse cuenta que no era lo que le gustaba hacer, trabajó durante 4 años como instructora de esquí: “Hice dobles temporadas entre la escuela de Las Leñas, en la escuela de Pal en Andorra, en Cerro Castor Ushuaia, Los Penitentes, aquí cerquita donde me retire de las pistas siendo una de las primeras mujeres pisteras”, cuenta con lógico orgullo.

“Hace más de 13 años que vivo del tejido y más de 10 que descubrí el tejido para decoración. Muebles y asientos, maceteros y mantas, paneras y pantallas para la luz. El tejido es infinito y me apasiona esa cualidad”, describe.

Claramente Pilar hace de todo, “creo en la infinitud del tejido, creo que es una solución maravillosa, un oficio ancestral”, señala. Pero además de hacer mercadería comenzó a dar talleres: “me fascina compartir, me fascina ser un mini granito de arena colaborando entre todas, para que el oficio continúe, se vaya revalorizado, modernizando y permanezca”.

Siempre sueño con algún día ‘crear clásicos’, por lo que trabajo repleta de conciencia para dejar lo mejor en cada punto o trabajo”, explica sin dejar de remarcar que los trabajos que realiza son a pedido “dando soluciones únicas y personalizadas a las necesidades de cada cliente, ese mismo espíritu me mueve en cada taller con cada alumno”.

Respecto de las elaboraciones que se pueden hacer y sobre el tiempo que pueden llevar, le mencionó a este medio que “hay trabajos desde lo más simple, canastitos pequeños que pueden llevar 30 minutos, a murales de 6 meses de trabajo, o 5 días un silloncito. Depende de la demanda. Si me rebalsa, siempre están mis muchachas tejedoras, amigas con gran nivel de tejido y me ayudan y Walter que muchas veces me ayuda con el tejido de las sillas es un trabajo muy duro para las manos”.

Para aquellas personas que quieran ver el gran trabajo de Pilar, pueden encontrarla en las redes como @pilarjardeltejido y, último, pero no menos importante, hace envíos a todos lados, “con todo mi amor y felicidad de que los trabajos se vayan a viajar”.

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