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Aurelio Montes, el enólogo chileno que apuesta a la Argentina y fundó una bodega en Mendoza

Figura de la industria vitivinícola chilena, hace 20 años cruzó la Cordillera y fundó una bodega en Mendoza. Por Eugenio Maestri, diario Clarín.

Todo luce impecable en este salón de la Embajada de Chile en Buenos Aires. Cuadros coloridos, sillones mullidos, vista al jardín. Aurelio Montes saluda con un apretón de manos y con el típico acento trasandino pregunta: “¿Cómo estás?” Es alto y a sus 70 y pico conserva el rubio en su cabellera. Viste formal con un toque moderno: saco celeste, camisa blanca, pantalones negros.

Ingeniero agrónomo especializado en enología, es dueño de Viña Montes en Chile y de la bodega mendocina Kaiken. Respetado y reconocido por haber posicionado al vino chileno en el mundo, es también el presidente de la Asociación de Exportadores de Vino de Chile.

El motivo de su vista es ofrecer ante un grupo de periodistas y sommeliers una degustación de diferentes añadas de Mai, el vino ícono de Kaiken, que celebra sus primeros 20 años.

-¿Cómo se vinculó con el mundo del vino?

-Desde niño me gustó el aire libre, el campo. Cuando decidí estudiar agronomía en la Universidad Católica de Chile, me entusiasmó el área de viñas y enología pese a que no había una gran cultura del vino en mi casa. Una vez que finalicé los estudios me desarrollé en dos grandes compañías durante varios años y tuve la suerte de trabajar el mercado exportador del vino.

-¿Cuándo decide emprender su propio proyecto y fundar Viña Montes?

-Fue un tropezón duro en mi vida que ahora me alegro mucho que haya ocurrido. Viña San Pedro, donde trabajaba, estaba en una crisis económica y se vendió la compañía. El nuevo dueño llegó con su equipo y literalmente quedé en la calle, con cinco hijos y 39 años. Fue un golpe emocional, por fortuna tuve el apoyo de mi señora.

Tenía que reemplearme luego de 16 años de trabajo en enología y tomé la decisión de cumplir un sueño y armar una viña. Invité a tres amigos –Douglas Murray, Alfredo Vidaurre y Pedro Grand– que fueron mis grandes socios. No éramos gente de fortuna pero sí con ilusión.

-¿Qué expectativas tenían?

-Partimos de cero. La idea era en cinco años llegar a producir 30 mil cajas de vino fino. Pero en el segundo año cumplimos las metas proyectadas para el 5° año y así seguimos creciendo. Y nos encontramos con que nuestra empresa y los vinos estaban logrando reconocimiento internacional.

-¿Cómo se les ocurrió salir a vender sus vinos al mercado internacional?

-Nacimos con esa idea y hoy exportamos el 95% de la producción a 100 países. Esa fue la visión de marketing que tuvo Murray. Una viña de cuatro soñadores en Chile no funcionaba. Pero afuera éramos tan desconocidos como cualquiera. Eso nos llevó al éxito. Encontramos un terreno fértil que Chile no veía. Vender en Chile nos costaba.

Cuando empezamos a crecer y a ganar premios y altos puntajes se dieron cuenta de nuestra existencia. Tuvimos que ser exitosos primero afuera.

 

Una apuesta por la Argentina

-¿Y por qué decidieron invertir y crear una bodega en la Argentina?

-Viña Montes parte en 1988 y al poco tiempo ya teníamos cierto nivel de fama. Por mi espíritu explorador habíamos hecho muchas cosas: viticultura de cerro, que no se hacía en Chile, descubrimos valles en los que nadie había plantado, generamos nuevos vinos.

En el 2000 ya habíamos cumplido los objetivos planteados. Y decidimos expandirnos más allá de la frontera. Argentina está al lado, admiramos el país, es más alegre. Era 2002, nos trataron de locos, tiempos de corralito después de la crisis. Nos acogieron muy bien.

-¿Conocían la uva malbec?

-No tanto, en ese momento Argentina no estaba exportando, no teníamos mucha idea del malbec. Yo venía a hacer el mejor vino que pudiera, con un concepto premium. Acá conozco el malbec, sus características. Fue casi un accidente descubrir que el malbec era un cepaje fantástico.

-¿Desde el inicio Luján de Cuyo fue el lugar elegido?

-Al comienzo Federico Benegas nos facilitó una parte de su bodega. También hicimos vinos con Carlos Pulenta en Vistalba y seguíamos creciendo. Y ahí apareció la bodega Barberis en Las Compuertas, bonita, antigua. Arrendamos primero y luego la compramos junto con 20 hectáreas en Vistalba, una zona óptima.

También tenemos campos en Agrelo y Los Chacayes. Y estamos trabajando un viñedo en Plumerillo que no está muy explorado y hacemos un vino.

Un gran desafío que tenemos en Chile es que nos respeten y nos paguen el precio que merecemos por lo que hacemos. Chile está exportando a un precio promedio bajo. Porque el vino chileno es bueno, bonito y barato. Eso no nos gusta.

Aurelio Montes, enólogo

-Viña Montes está haciendo vinos en las islas de Chiloé, en la Patagonia chilena. ¿Cómo es esa historia?

-Sí, está en un proceso de estudio. Por ahora hemos elaborado dentro de la viña, es como una tesis universitaria. A mí me gusta navegar, tengo un velerito en Puerto Montt. La Patagonia chilena tiene muchas islas hasta Punta Arenas. Y en esos viajes decía ‘Algún día voy a plantar acá’. Y como los sueños son para cumplirlos encontramos una islita frente a la Isla Grande.

Las condiciones son especiales, el pueblo chilote es de pescadores y nosotros llegamos con una viña… El encargado va en bote. Es un proyecto que me nace del alma. Tenemos dos cosechas hechas, con siete variedades. Hay que ver cómo crecen y prosperan.

-¿Cree que la Argentina y Chile ya lograron tener una identidad propia de vinos?

-Creo que ya hay un estilo que marca el terroir. El expertise de los enólogos. La calidad de los vinos chilenos y argentinos ha llegado a una cima muy alta. Hoy Chile es el primer exportador del Nuevo Mundo y somos cuartos en el mundo. Tenemos un estilo consolidado, el comprador ya nos conoce. Los dos están bien a la par.

Chile exporta por 2 mil millones de dólares y Argentina por mil. Nosotros tenemos tratados del libre comercio, ahí sacamos ventajas.

Admiramos la Argentina, es un país alegre. Cuando llegamos a Mendoza para crear Kaiken en 2002 nos trataron de locos, eran tiempos de corralito.

Aurelio Montes, enólogo

-¿Cómo trabajan la sustentabilidad en la bodega?

-Yo soy el presidente de la Asociación de Exportadores de Vinos de Chile y hay que generar interés en la sustentabilidad, en el código de trazabilidad. Tenemos un compromiso profundo. El 85% de la producción de Viña Montes viaja certificado como sustentable.

A mí me parece más interesante que solo hablar de ser orgánicos. Ser sustentables abarca el cuidado del medio ambiente, el cuidado social y la sanidad de la empresa: pagar bien y a tiempo.

-¿Cuáles son los desafíos que lo motivan hoy?

-La búsqueda en Chiloé. Otro desafío más en Chile es que nos respeten y nos paguen el precio que merecemos por lo que hacemos. Chile está exportando a un precio promedio bajo. Porque el vino chileno es bueno, bonito y barato. Eso no nos gusta. Tenemos que premiunizar nuestra imagen en el mundo.

-¿Qué es el vino para usted?

Un desafío bonito que parte de la tierra, del viñedo, las cepas, la vinificación. Es una forma de vida súper enriquecedora, cambiante. Si yo dejara de hacer vino, me siento en una plaza a darle de comer a las palomas y me muero en tres semanas. El vino es lo que me mueve y motiva todas las mañanas para despertarme.

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