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Daniel Arroyo dijo lo que todos sabían: “La relación entre la sociedad y la política está quebrada”

En una entrevista con agencia NA, el diputado del Frente de Todos resaltó el crecimiento de la derecha, analizó los tres años de gobierno de Alberto Fernández y postuló a un actual funcionario como posible candidato para las elecciones presidenciales de 2023.

El diputado nacional del Frente de Todos Daniel Arroyo afirmó que la relación entre la política y la sociedad “está quebrada“: “La sociedad no ve que la política viva la vida cotidiana. La sociedad siente que la política debate temas que están en aire”. Además, alertó sobre el avance de la derecha tras el vacío que se creó, a su entender, entre los gobernantes y la ciudadanía: “Ese vacío lo llena la racionalidad resolviendo los problemas o lo llena la locura”. 

En una entrevista con Noticias Argentinas, el ex ministro de Desarrollo Social analizó los tres años de gobierno de Alberto Fernández y argumentó que, cuando la pandemia “no sea un tema de grieta, sino de historiadores”, se reconocerá el rol del Estado. Sobre lo que resta del mandato de la coalición oficialista vaticinó que será “juzgado por la sociedad en cuánto logre estabilizar los precios de los alimentos y cuánto logre mejorar los ingresos”.

Consultado sobre la decisión de la vicepresidenta Cristina Kirchner de no ser “candidata a nada en 2023” sostuvo: “Venía planteando hace tiempo la necesidad de hacer otras cosas. Me parece que lo que está diciendo Cristina (Kirchner) es ‘hagan’, ‘construyan'”. Al abrirse el panorama en la carrera por la Casa Rosada, Arroyo postuló al ministro de Economía, Sergio Massa, como un posible candidato presidencial: “Sería una persona muy interesante como presidente, pero falta mucho”.

– El miércoles pasado el presidente Alberto Fernández celebró sus tres años de gobierno. ¿Cuál es su balance de la gestión?

– El gobierno de Alberto Fernández hay que dividirlo en dos partes: la pandemia y pospandemia. Mi opinión es que en la pandemia, dentro de 10 o 15 años, cuando no sea un tema de grieta, sino de historiadores, se va a reconocer el rol que tuvo el Estado. Fui el ministro de Desarrollo Social durante el período y logramos sostener la paz social, en eso no pasó en otros países de América Latina; lo mismo con la atención en salud, con sus dificultades; el sostenimiento de las empresas con los ATP y a las personas a través del IFE. En un contexto complejo, el Estado estuvo a la altura.

– La segunda etapa tiene que ver con la actualidad. Hay un elemento positivo que es que la economía sigue creciendo y eso es clave. Sin embargo, la situación social y económica está muy complicada. Yo veo que acá hay tres problemas: el precio de los alimentos, el endeudamiento de las familias y los ingresos. El último tramo de gobierno será juzgado por la sociedad en cuánto se logre, o no, estabilizar los precios de los alimentos y cuánto se logre mejorar los ingresos.

– ¿Podría profundizar en el análisis de esos tres problemas?   

– Si tuviera que plantearlo en datos el problema social argentino diría: 36% de pobreza, más un 40% de informalidad laboral y la desocupación en los jóvenes, que duplica la desocupación general.

– Ante estos tres datos, ¿la política está a la altura?

– La relación entre la sociedad y la política está quebrada. ¡Quebrada es quebrada! La sociedad no ve que la política viva la vida cotidiana. Segundo, la sociedad siente que la política debate temas que están en aire. Para mí antes de la pandemia había dos lugares que generaban cierta identidad en la sociedad. Uno era la escuela. Existía un consenso que si los chicos están en la escuela es por ahí. El padre o la madre que se quejan de lo que aprenden de matemática o lengua siente que es por la escuela. El pibe que está perdido en la esquina, quemado, sabe que tiene que ir a la escuela, pero no puede. La relación entre la sociedad y la escuela se lastimó mucho y generó un vacío.

– Lo otro que veía es un fenómeno fuerte de religiosidad-espiritualidad buscando cruzar lo trascendente. Eso también se lastimó. Entonces, tenés un vacío muy grande, en términos de falta de identidad, y quebrada la relación con la política.

1671282032221217503.jpgEl diputado Arroyo en su oficina del Anexo del Congreso                                                                                                                                                          FOTO NA: Marcelo Capece

– ¿Está a tiempo la política tradicional de recomponer la relación? Sobre todo por el anclaje de los discursos de derecha  

– Nuestra obligación es achicar esa brecha y reconstruir el vínculo. Mi forma de hacerlo es recorriendo los barrios y presentar proyectos concretos para mejorar la vida cotidiana. Ese vacío lo llena la racionalidad resolviendo los problemas o lo llena la locura. Ahí es donde creo que avanza la extrema derecha, que en la Argentina crece por su correcto diagnóstico: ‘la casta’, ‘esto no funciona’, ‘no sirve’, ‘son los mismos’. Después cuando van las propuestas “se pueden vender bebés”, “vender órganos”, la sociedad se retrae, pero la extrema derecha crece por su diagnóstico y eso es responsabilidad del ala racional de la política.

– La Tarjeta Alimentar es, básicamente, lo único que quedó de los tres ejes en los que se fundó la Mesa del Hambre. ¿Por qué se disolvió? 

– Arrancó prepandemia y con un producto muy fuerte como fue la Tarjeta Alimentar, algo que promoví en la campaña todo el tiempo. La pandemia limitó las reuniones, aunque se hicieron algunos por Zoom. Al comienzo, la tarjeta era para los chicos de seis años, luego pasó hasta 14. En un momento se transformó en tres comisiones de trabajo: una el tema calidad nutricional, fortalecimiento de los pequeños productores y tercero lo vinculado a los comedores. También se hicieron otras cosas, pero luego no se continuó. A mi modo de ver la tarjeta fue un instrumento muy importante y no solo en la pandemia, sino para adelante pensando en la calidad nutricional.

– ¿Faltó apoyo del Gobierno nacional?

– No, la pandemia nos llevó a atender la situación como podíamos. Objetivamente, fue así.

– ¿El programa fue víctima de la interna en el Frente de Todos (FdT)?

– No lo creo. Fue un buen instrumento. Luego de eso apareció el Consejo Económico y Social, que buscaba ampliar mucho más. Más allá de la diversidad de miradas que hay dentro del FdT, que es evidente, en la Mesa del Hambre y la pandemia todos tiramos para adelante.

– ¿Se puede reflotar?

– No creo que esas cosas se puedan reflotar. Hay que encarar políticas para adelante con otras características y formas. Sí fue útil y la Tarjeta Alimentar fue providencial.

– ¿Cómo analiza el ingreso de líderes de movimientos sociales en cargos públicos?

– Es positiva porque los movimientos sociales son parte de la solución en la Argentina, aunque con múltiples dificultades y tensiones. Existen porque hay 45% de informalidad laboral y hay seis millones de personas que son cuentapropistas. De alguna forma, con más o menos contención, han ido representando esos sectores con distintas miradas.

1671282007221217501.jpgArroyo considera que el ministro de Economía, Sergio Massa, sería una persona “interesante” en la danza de nombres del FdT para el 2023. FOTO NA: Marcelo Capece

– Por ejemplo, ¿qué dificultades?

– El conflicto en la calle solo va a bajar si se estabiliza el precio de los alimentos. Se puede resumir en un punto y es un montón a la que no le alcanza la plata. Cuando hay una movilización sostenida, hay un problema detrás. Sea más o menos politizado.

– Un tema en discusión recurrente ante las movilizaciones es la “cultura del trabajo”. ¿Podría analizarlo?

– La cultura del trabajo se conforma en la escuela. Un pibe se levanta, se lava los dientes, se peina, se pone el guardapolvo y se va. Si lo hace durante años y a la misma hora, nosotros -de grande- lo llamamos cultura del trabajo, pero lo que es ir todos los días a la escuela. Eso le crea un método que le sirve para tener pareja, para trabajar y andar por la vida. Como en la Argentina solo el 40% termina la escuela secundaria en tiempo tenemos un problema serio y de falta de método.

– ¿Qué debería pasar para que esta agenda sea prioridad?

– Yo hago todo lo posible desde mi lugar como diputado. La política tiene que caminar más, pisar tierra, ver la realidad y entender que son estos los problemas cotidianos. Necesitamos más cable a tierra. Cuando la sociedad cree que la política no vive como vive las personas cotidianas es real. Por eso crece la extrema derecha, su diagnóstico es correcto. Sus propuestas son alocadas y estoy lejísimo de eso, pero su diagnóstico de que esto está mal es correcto.

– ¿Qué espera para el 2023?

– Me gustaría que construyamos un peronismo del siglo XXI. Un peronismo moderno y que parta de la base que estamos en un modelo agotado. Yo quisiera que construyamos otros liderazgos mediante una PASO con distintos esquemas y propuestas.

– ¿El renunciamiento de la vicepresidenta Cristina Kirchner facilita esto?

– Para mí sí y creo entenderla. Venía planteando hace tiempo la necesidad de hacer otras cosas. Me parece que lo que está diciendo Cristina (Kirchner) es ‘hagan’, ‘construyan’…

– ¿Tiene alguna preferencia por algún candidato?

– Yo creo que (Sergio) Massa sería una persona muy interesante como presidente, pero falta mucho.

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