Christian Sanz

Droga, corrupción y votos truchos en Formosa: secretos y miserias de Gildo Insfrán

El gobernador de Formosa trató de "retrasada mental" a María Eugenia Vidal. Pero no debe sorprender, es su naturaleza. Por Christian Sanz, desde la redacción de Diario Mendoza Today.

Este martes, el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, tildó de “retrasada mental” a la diputada de Juntos por el Cambio María Eugenia Vidal, quien estuvo de recorrida en esa provincia y denunció ataques de personas enviadas por el dirigente peronista.

“Ayer (por el lunes) estuvo una señora que vino un ratito y descubrió que Formosa tiene un atraso de 27 años. Yo creo que el atraso de ella debe ser mental o de quienes le informan”, dijo en referencia a Vidal, durante un discurso en un acto que compartió con el ministro de Ambiente, Juan Cabandié.

Propios y ajenos se sorprendieron —y espantaron— por los dichos de Insfrán. Y le exigieron que se disculpe y retracte. Pero jamás lo hará, porque la incorrección política es su lenguaje natural. Y acaso sea lo menos polémico de su idiosincrasia: su vida está plagada de historias de drogas, corrupción y aprietes.

 

El hombre de la (más) cara de hierro

Hijo de paraguayos, Gildo Insfrán es todo un señor feudal por definición. Gobierna con mano de hierro la provincia de Formosa desde el año 1995, luego de haber ejercido brevemente como veterinario, título que le fue otorgado por la Universidad Nacional del Nordeste a fines de los 70.

En aquellos días se definía como leal menemista y luego de 2003, sin dar explicaciones ni a propios ni a ajenos, se volvió kirchnerista furioso.

Antes, en 1999, impulsó la reelección indefinida en la Constitución formoseña. Ello le permite ser electo una y otra vez como gobernador, con niveles de aceptación que superan el 70%.

Esa preferencia tiene una explicación: muchos de los que lo votan son ciudadanos paraguayos que aparecen en el padrón electoral de Formosa inscriptos con domicilios falsos. Ello ha sido acreditado por la jueza federal de Formosa, Claudia María Fernández, en el año 2015.

A lo antedicho hay que agregar la “extorsión” de Insfrán a muchos de los que lo votan, a través de la presión directa de sus propios punteros. La mayoría, empleados públicos que dependen de los beneficios del Estado provincial.

Finalmente, se suman los que lo votan genuinamente, un núcleo pequeño pero férreo que lo acompaña desde siempre en el poder.

Hay que mencionar que Insfrán gobierna una de las provincias más pobres del país, donde la mayor parte de su población vive del trabajo en el Estado, y que tiene el mayor índice de analfabetismo.

El “primer capitán”, como le gusta autodefinirse, ostenta en su haber infinidad de denuncias, la mayoría de las cuales terminan siendo archivadas o desestimadas por los jueces y fiscales “amigos”.

En general, las presentaciones contra su persona se dan en el marco de tres delitos: corrupción, narcotráfico y represión.

Una de ellas avanzó hasta lugares insospechados, cuando fue citado a prestar declaración indagatoria en contexto de la causa Ciccone Calcográfica. Oportunamente Insfrán quedó involucrado por la reestructuración de la deuda de Formosa, luego de que la provincia le pagara a la empresa de Amado Boudou, The Old Fund, 7 millones de pesos por un asesoramiento que se presume “trucho”.

Respecto del tópico narcotráfico, está comprobado que casi la totalidad de la marihuana que ingresa a la Argentina procede de la República de Paraguay, vía Formosa. De más está decir que los narcos tienen zona liberada para operar, peaje mediante.

No es ningún secreto, como tampoco las vías de ingreso de los narcóticos. En la zona Este de la provincia, las principales rutas están ubicadas en las ciudades de Colonia Dalmacia, Mojón de Fierro, Banco Payaguá, Colonia Cano y la capital formoseña.

En la facción norte, los puntos limítrofes, célebres en el ingreso de marihuana, son: San Ramón, San Carlos, El Espinillo, San Martín Dos, General Belgrano, Misión Tacaaglé, Colonia Aborígen, Posta Cambio Zalazar y Fortín Leyes.

 

La vida privada

Casado y padre de tres hijos, el mandatario formoseño sufrió en 2003 un feroz golpe que lo afectó en lo personal: fue cuando su único hijo varón, de 17 años, se suicidó de un tiro en la cabeza. Quienes lo conocen aseguran que jamás se pudo reponer de esa situación.

Las mismas personas refieren que Insfrán es todo un enigma. Nadie sabe qué hay en su cabeza ni cuál será el próximo paso que dará.

Lo único claro es que gobierna con mano dura, en un terruño donde no hay espacio para la crítica, el cuestionamiento o el periodismo independiente.

Quien lo dude, solo debe recordar lo que le ocurrió a Jorge Lanata y su equipo en 2014, cuando un grupo de militantes de su riñón lo detuvo y lo amenazó, asegurando que les secuestraría la camioneta en la que se trasladaban.

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