Tras más de ocho meses en prisión preventiva, el perito Marcos Herrero, acusado de plantar pruebas truchas que después sus perros encontraban y desviar el avance de las causas, fue liberado por la Justicia mendocina. De todas maneras, quedó vinculado al sumario iniciado en su contra que llegará a juicio en marzo del año próximo.
Claro que para obtener el beneficio que lo deja en libertad, primero debió cumplir con una caución de 200 mil pesos, que de alguna manera garantizan que se mantenga a derecho y no se de a la fuga. El adiestrador de perros fijó domicilio en el barrio Zatti, en Viedma, donde fue capturado en diciembre del año pasado.
La defensa del rionegrino y la fiscalía estuvieron de acuerdo con la libertad, ya que en caso de ser condenado, para este tipo de delitos la pena es de cumplimiento condicional. Por lo cual, el Código Penal sostiene que el tiempo de la prisión preventiva no puede tener mayor duración que el castigo que podría llegar a recibir el imputado.
Herrero está acusado de plantar pruebas durante un rastrillaje en el que se buscaba a Viviana Luna, una mujer desaparecida en Potrerillos en diciembre de 2016. El peritrucho fue contratado por la familia de la mujer y comenzó a buscar con su perro Yatel en un hotel abandonado. En apenas media hora y sin ningún tipo de control por parte de la fiscalía que llevaba adelante la investigación, aseguró haber encontrado parte de un cráneo quemado y los restos de un viejo monedero
El hombre, que perteneció a la Policía de Río Negro en calidad de personal civil de maestranza, presentó las pruebas en la Justicia y llegó a acusar a personalidades de renombre en la provincia de trata de personas. Pero el Ministerio Público de esa provincia comprobó con exámenes genéticos que el cráneo encontrado pertenecía a un hombre, y correspondía a la misma cadena de ADN de unos restos encontrados por el mismo perito en Santa Cruz. Por lo que pidió la detención por considerar que plantó y manipuló pruebas para desviar la investigación.
Herrero participó de distintas investigaciones mediáticas. En la búsqueda del joven Facundo Castro, que en plena pandemia salió de su casa sin documentación y fue encontrado muerto en un cangrejal camino a Bahía Blanca. Los perros del viedmense marcaron que había rastros de la víctima en dos móviles de la Policía Bonaerense de Buratovich y Teniente Origone. Pero todo se trataba de una farsa, ya que la División Laboratorio Químico de la Policía Federal confirmó que “el estudio practicado sobre las muestras tomadas de los móviles policiales y el vehículo secuestrado, no se comprobó la presencia de sangre”.
Antes de ser contratado por los familiares de las víctimas, también solía contar que dos semanas después de la desaparición de Santiago Maldonado en Chubut, sus perros Yatel y Kassie encontraron un collar que pertenecía al joven y que comprometía a Gendarmería.
