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Es médico, se especializó en Mendoza y atiende pacientes ucranianos en medio del conflicto bélico con Rusia

Es especialista en terapia intensiva, quien participa desde el 2015 en las misiones de Médicos Sin Fronteras.

Hace unas semanas, Juan Pablo Sánchez (40), un médico oriundo de El Bolsón volvió al país luego de un viaje que lo convocó como miembro del proyecto humanitario que tiene Médicos Sin Fronteras (MSF) en Ucrania.

Sánchez estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y se especializó en Mendoza. Actualmente, se encuentra en su ciudad natal, donde -con un poco de remanso cordillerano- encuentra su cable a tierra entre las misiones que lo necesitan.

En diálogo con RÍO NEGRO, compartió experiencias y recuerda el arduo trabajo que tuvo en territorio ucraniano. Aclaró que regresó a Argentina para reencontrarse con sus raíces y colaborar en la salud pública donde disfruta su labor.

“MSF no viaja a apoyar a un país o a otro en un conflicto bélico, sino que va como organización médica, humanitaria e internacional. Asistimos pacientes sin importar su raza, religión o ideología política. Lo hacemos siempre que haya un conflicto que implique la vulnerabilidad de las minorías como las mujeres, jóvenes y ancianos”, detalló el médico.

Para Juan Pablo, en los tres meses y medio de asistencia en suelo europeo, el foco estuvo puesto en las personas que quedaron vulnerables frente a las prioridades del Estado. Según comentó, esta expedición comenzó por España, donde el doctor viajó con una comitiva desde Barcelona. Luego, cruzó por Eslovaquia hasta ingresar al país invadido por Rusia. Allí, el argentino se asentó en Ivano Frankivsk, una región ucraniana cercana a la frontera con Rumania, para desarrollar sus intervenciones médicas y humanitarias.

“Las misiones y viajes no significan cargar un auto con medicinas, para llevarlas hasta donde haga falta. Ha ido evolucionando muchísimo el trabajo humanitario, es más complejo de lo que se cree”, explicitó Sánchez.

Argumentó que la organización creó una red de trabajo y una investigación exhaustiva sobre las necesidades médicas y las prioridades que se evalúan sobre las poblaciones desplazadas.

En su paso por la misión, consideró que las principales características que afectan a los ciudadanos ucranianos, incrementando los índices de morbilidad y mortalidad, se encuentran la deshidratación, falta de vacunas y medicinas.

Cabe destacar que, el trabajo de MSF acompaña y colabora con los organismos estatales. En sus estadías, no solo asisten prestando apoyo en las distintas áreas, sino que capacitan a los lugareños.

“No llegamos y montamos un hospital de la nada, como la gente cree. Lo hacemos si realmente es necesario. Ucrania cuenta con un sistema de hospitales bien contundente y tiene ciertas deficiencias, donde trabajamos para fortificarlas”, aseguró.

La organización tiene cinco secciones de asistencia específica. Sánchez se encontró al mando de una red de trabajo. Añadió que, en su misión no contaron con la necesidad de generar un asistencialismo directo (montaje de un hospital autónomo), pero sí tuvo que trasladarse a otras regiones debido a las necesidades de la población.

Al cabo de unas semanas, los médicos que lo acompañaban en Ivano Frankivsk, viajaron hacia el este acercándose a unos 170 kilómetros de la zona de conflicto activo.

Según el rionegrino, a partir de la guerra, el territorio ucraniano se dividió en dos. Por un lado, los sitios de conflicto activo donde no puede entrar ni salir nadie y, por otro, las zonas donde “deberían” existir los corredores humanitarios.

“Trabajamos con un montón de protocolos propios de MSF, pero son parientes de los derivados por la Organización Mundial de la Salud. Es importantísima la formación en nuestras tareas humanitarias. Buscamos identificar las necesidades del personal médica, evaluar las deficiencias técnicas”, sostuvo.

Uno de los focos fue el manejo y traslado de pacientes politraumatizados. Otro devino de los posibles escenarios que podían cercenar cualquier esfuerzo, como los potenciales ataques a cualquiera de las cinco plantas nucleares de Ucrania.

Por pedido de los hospitales, Sánchez capacitó a los profesionales locales en materia de simulacros de ataques bioquímicos radionuclear para la creación de un punto de descontaminación.

Para estos espacios, las barreras idiomáticas fueron un desafío para las formaciones que establecieron desde MSF. Según el profesional, quien estuvo a cargo de la enseñanza de tres médicos ucranianos, la capacitación en los idiomas es una de las prioridades para la organización.

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