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Una mendocina aprendió a tatuar para ayudar a quienes tuvieron cáncer de mama: “Lo hago por mi abuela”

Lucía Zuloaga tiene 22 años y ofrece de manera gratuita la reconstrucción de las areola a quienes hayan superado la enfermedad. “Es una forma de agradecer que ella se curó y está bien”, contó. Por Mauricio Luna, TN.

Lucía Zuloaga, mendocina de 22 años, lanzó una propuesta en las redes sociales con un único propósito: ayudar. La joven se ofreció a reconstruir los pezones de aquellas mujeres que superaron el cáncer de mama.

“Comencé a pensar todo esto durante la pandemia. Siempre quise fusionar la estética con los tatuajes. Así que viajé a Buenos Aires para hacer un curso de restauración de areola mamaria y ayudar a quienes habían padecido esa enfermedad”, contó Zuloaga a TN.

La tatuadora explicó que, a diferencia del tatuaje convencional, la acción es menos invasiva y dolorosa. “Se usa anestesia porque es una zona delicada. La técnica que uso es el realismo, la cual puede variar según el estilo del pezón”, explicó.

Zuloaga sostuvo que comenzó a promover y difundir esta reconstrucción luego de que Hilaria, su abuela, superara un cáncer de mama. “Lo llevo muy marcado porque es mi abuela materna. Lo hago por ella. Por suerte puedo decir que lo superó”, indicó.

También expresó: “He conocido gente que le agarró cáncer de grande y por estética o por salud ya no quiere reconstruir la mama o ponerse un implante, entonces el tatuaje es una solución”.

Para llevarlo a cabo, Zuloaga requiere de la presencia de la mujer en su estudio para sacarle una foto a la mama y comenzar a diseñar el dibujo que luego tatuará: “No duele como el tatuaje y se trata de buscar que la persona se quede conforme. Esto permite adaptar la morfología de la mama”.

“El curso lo hice como hace cinco meses. Por ahí la gente tiene miedo por la zona. Se entiende aún más porque las mujeres sufrieron una enfermedad en el lugar y temen. Pero es seguro y súper cuidado”, reveló.

Zuloaga precisó que la cicatrización “dura un par de semanas” y que, llegado el caso, se puede hacer algún retoque para perfeccionarla.

“¿Por qué lo hago gratis? Me da placer hacerlo y es una forma de agradecer que mi abuela se curó y está bien. También estoy buscando aportar mi granito de arena a la causa para que muchas mujeres puedan sentirse mejor”, manifestó la menor de tres hermanos.

La joven indicó que en su provincia este tipo de tatuajes cuesta alrededor de $30 mil. “A mi de adolescente me encantaba tatuarme, luego no lo pude costear. Arranqué segura porque me gustaba y siempre considere qué la única manera de ser muy buena es justamente tatuando”, contó.

Para perfeccionarse, estudió y le pidió a sus seres queridos que presten sus pieles como lienzos para que ella le de vida a su máquina. Silvina, su mamá, ofreció su pie para que su hija le dejara de por vida una tobillera de flores. A su abuela María le tatuó una mariposa en su brazo izquierdo.

“Desde que comenzó me encantó todo, tanto el ámbito de los tatuadores como los desafíos que se me presentan. Incluso estoy de novia con un tatuador, se llama Fernando”, narró.

“Acá en Mendoza es difícil tatuar porque hay muchos y muy buenos. Va a llevarme un tiempo establecerme, pero lo voy a intentar. En un futuro me gustaría probar suerte en España. Por el momento continuar con mi formación acá, seguir aprendiendo y ayudar a la mayor cantidad de gente posible”, completó.

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