PortadaSociedad

Una colección de arte religioso conforma la más flamante sala en suelo mendocino

Arte histórico con pinturas, objetos e imaginería con escenas religiosas asociadas a las escuelas cusqueña y potosina, algunas procedentes de oratorios o capillas que usualmente tenían las casas en Latinoamérica en épocas coloniales, conforman la exposición que abrió sus puertas a todo público y con entrada gratis en la Estancia Bodega El Retiro.

Un valioso acervo de arte histórico que incluye pinturas, objetos e imaginería con escenas religiosas asociadas a las escuelas cusqueña y potosina, algunas de ellas procedentes de oratorios o capillas que usualmente tenían las casas en Latinoamérica en épocas coloniales, conforman el eje central de la flamante sala de arte que abrió sus puertas a todo público y con entrada gratis en la Estancia Bodega El Retiro, ubicada en Santa Rosa, provincia de Mendoza.

Hay figuras de ángeles arcabuceros, vírgenes, patronos, escenas bíblicas, figuras talladas en madera, santos, objetos litúrgicos, trípticos, crucifijos, un cáliz y tapices que conforman esta atípica muestra, un conjunto de 90 obras de diversas procedencias y épocas, desplegadas sobre las paredes pero también en vitrinas, en una sala construida especialmente para albergar la colección, pintada totalmente de color bordó (o rojo vino), justamente una tonalidad asociada a la devoción y la fe.

Se trata de una colección privada que ahora conforma este nuevo destino cultural mendocino, un acervo adquirido a lo largo de veinte años por el empresario y coleccionista Alfredo Vila Santander; un conjunto sin un guion curatorial, sino más bien pensado desde lo afectivo y el gusto personal: “Muchas de ellas las compré en Bolivia y Perú. Lo primero que descubrí son las pinturas cusqueñas, esa mezcla fascinante de arte indígena andino y la imaginería que traían los padres jesuitas, el barroco, flamenco e italiano. Fui comprando de a poco y nunca había tomado dimensión de la cantidad de obras que tenía hasta que una mudanza al verlas todas juntas nació la idea de hacer una sala de arte, con características como ninguna otra en Argentina”, cuenta a Télam Vila Santander, quien convocó al gestor cultural Daniel Rueda para dar forma al proyecto.

Caen los últimos rayos de sol sobre el bucólico paisaje campestre, alejado del centro mendocino, mientras puertas adentro los sonidos de un violín ejecutado por un sesionista otorgan un clima performático al momento exacto de la inauguración de la sala de arte dentro de la bodega, la más flamante inauguración en esta tierra vitivinícola pero además, la más peculiar, por su eje nodal que es la impronta sacra, enmarcada en el estilo de creaciones artísticas en tiempos de la colonia del Virreinato del Perú.

“Este tipo de producciones se iniciaron en el siglo XVI a partir de las enseñanzas del sacerdote jesuita de origen italiano Benardo Bitti y de otros que, como él, impulsaron la creación de pinturas e imaginería con el afán de enseñar la doctrina con la referencia de imágenes sagradas materiales. El estilo y las temáticas se dispersaron por el mundo andino cobrando nuevas formas con impronta propia”, explica a Télam la curadora de la muestra Laura Hart.

En épocas coloniales, en toda América latina, era usual que las familias tuvieran un oratorio o una pequeña capilla en sus casas, donde albergar imágenes sagradas vinculadas a la fe de sus moradores -se puede leer en el texto de sala-: eran los nativos los hacedores de muchas de esas obras, trabajadas bajo la tutela de los sacerdotes jesuitas.

Una vez en tierra andina, se daba un mestizaje en la producción artística ya que el estilo y la temática de procedencia jesuita cobran nuevas formas con impronta propia en manos de los nativos, que incluían, a veces subrepticiamente, elementos de la simbología prehispánica: “Un gran ejemplo de ello son los ángeles arcabuceros”, explica Hart mientras señala varios ejemplos de este tipo de ángel con arcabuz en lugar de la tradicional espada, una imagen presente en la sala tanto en pinturas como en relieves y esculturas, distintivo por su indumentaria con amplias mangas abullonadas.

En este sentido, otra peculiaridad se refiere por ejemplo a las proporciones y los recursos cromáticos en las imágenes sacras de vírgenes o de la sagrada familia. Mientras que los jesuitas transfirieron enseñanzas con rasgos europeos como el manierismo italiano o el barroco, las obras de arte en tierra colonizada se vuelcan hacia la sencillez en las posturas, no tan esbeltas, ya que las dimensiones de la figura van siendo más acorde a los esquemas estéticos de los aborígenes, o los bordados y encajes de la vestimenta muestran algo de la cosmovisión andina. Pero también hay piezas donde se puede apreciar la fusión de ambos estilos y formatos, en la presentación de los temas religiosos y paganos.

Foto Prensa

(Foto Prensa)

“La colección es muy diversa -detalla la curadora- y del 90 por ciento de las obras no conocemos la fecha, el origen ni la autoría. Por eso, para desarrollar el guion expográfico nos basamos en la temática y en lo visual y así es como han sido agrupados en sala”, cuenta Hart.

Hay otro eje en la exposición que tiene que ver con una representación recurrente de la época: la imagen de Santa Rosa de Lima, la primera de las santas nacidas en América en recibir el reconocimiento canónico de la Iglesia Católica, además de patrona del Perú, tal como indican los textos de sala.

Los cálices, los candelabros, las patenas, los pequeños pesebres y las imágenes talladas de ángeles y santos que se exhiben detrás de las vitrinas, junto a muchos otros objetos ligados a la liturgia, también eran parte de las capillas familiares, muchos de ellos realizados por “santeros” que producían las piezas artesanalmente en época de la colonia virreinal.

Foto Prensa

(Foto Prensa)

“Pensá en cómo era el lugar que albergaba estos objetos: probablemente una casa solariega de la época de la colonia, donde viven el señor y la señora española, los criados, su familia, y siempre hay una parte de la casa donde están los ángeles arcabuceros, la virgen de Santa Rosa, que es la patrona y cuidadora, un altar, objetos de la liturgia ya que en muchas casas había una capillita, con crucifijos, imágenes, tallas de madera. Había una impresionante producción de imágenes sagradas en la época de la colonia”, grafica la curadora sobre los objetos conservados en la sala detrás de un cristal.

El gestor cultural Daniel Rueda celebró que haya una nueva colección de arte para el disfrute de mendocinos y turistas: “Una vez que la familia Vila Santander decidió compartirla con el público, se trazó un detallado plan de trabajo: el relevamiento de más de cien obras, la ambientación del espacio dentro de la Estancia Bodega El Retiro para albergar un recorte de la misma, el trazado del guion curatorial y se ha proyectado un plan de restauración a futuro”, promete este mendocino sobre la exposición que inauguró en la estancia ubicada en la Ruta Nacional 7, KM960, Santa Rosa.⁣⁣⁣⁣

Artículos Relacionados