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Julio Cobos: “Cada vez que fui a una elección los mendocinos me eligieron”

El exgobernador de Mendoza opinó sobre la crisis que vive el Frente de Todos.

Diario Clarín habló con Julio Cobos acerca del momento complejo que vive la Argentina, con una ruptura en ciernes del Frente de Todos:

– ¿Cómo vive esos comentarios? ¿Hay puntos de comparación entre la situación que usted protagonizó en 2008 y la actual?

– Son muchas las diferencias. La principal es que acá la vicepresidenta es la que concentra el poder desde el minuto cero cuando surgió la candidatura del Presidente. Eso ya cambia la ecuación. Pero sí es cierto que al igual que en ese entonces hay una evidente ruptura en la relación. Pasa que en mi caso fue por un tema puntual (la Resolución 125) que no había sido consultado, y desde mi rol traté de buscar por todos los medios una solución antes de llegar a ese punto.

– ¿Y ahora?

– Lo de ahora es una seguidilla de hechos que terminan con un Presidente que día por medio tiene que aclarar que él es el Presidente. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces. Han minado la autoridad presidencial. Y eso no ocurrió en el conflicto anterior. Yo intenté evitar la ruptura y después busqué recomponer la relación. Solicité y tuve una audiencia con la Presidenta. Pero ella decidió terminar el vínculo y que se estableciera una relación meramente institucional, que prácticamente ni se cumplió. Pero ella era la que decidía.

– ¿Cómo fue esa audiencia?

– Ocurrió a la semana de la sesión por las retenciones. Estaban Florencio Randazzo y Sergio Massa, recién asumido como jefe de Gabinete. Le expliqué que entendía que se trataba de un gobierno de concertación, que había que discutir temas estructurales de fondo y respetar el pensamiento distinto, sobre todo de un hombre que venía de las filas del radicalismo. Esa es otra gran diferencia. La coalición de gobierno actual viene del mismo espacio, es el propio frente peronista.

– ¿A quién se refiere cuando dice que “minaron la figura presidencial”? ¿A Cristina o a Alberto?

– Los dos contribuyen pero lo cierto es que el que tiene el poder es el Presidente. Sus discursos le hacen mal a un país presidencialista como el nuestro. Lo que ocurrió con el secretario de Energía meses atrás, o con el director del Banco Nación más recientemente es inaceptable. Es todo muy extraño por cómo se dio, pero el poder de decisión lo tiene él y debe enfrentarlo y en todo caso que cada uno siga por su lado y punto. Pero que lo decidan. La ruptura de hecho ya existe, tienen que legalizarla porque así no va a poder seguir. Es muy difícil gobernar sin funcionarios que sigan tu rumbo.

– ¿Imagina a Cristina teniendo un rol de mera vicepresidenta? ¿Cuál debería ser ese rol?

– La vicepresidencia es una figura secundaria pero importante porque mantiene la estabilidad institucional necesaria. Debe ser el coordinador e interlocutor con los bloques para llevar a cabo la agenda parlamentaria que necesita el Presidente. Es cierto que es una función ambigua, porque está en el Ejecutivo y preside el Senado. Al titular de Diputados lo eligen sus pares, si se va no pasa nada, pero si se va el vicepresidente cambia todo.

-¿Por qué usted no renunció?

– Por eso. Porque aunque un vicepresidente no tenga grandes funciones definidas, una ruptura afecta al Gobierno. El ejemplo fue Chacho Alvarez. Me gusta decir que el vicepresidente es como la salud, lo valorás cuando se pierde. Cuando me pedían la renuncia yo sabía que el daño iba a ser muy grande y por eso resistí en el mandato, era una responsabilidad constitucional y en virtud de los hechos anteriores, me fijé como meta cumplir esos cuatro años de la forma que sea.

– A pesar de las presiones..

– Fue terrible… Tuve que tener bastante fuerza para resistir eso. Sin embargo la relación en el Senado fue buena. Me dediqué a presidirlo y estuve creo que 184 días a cargo del Ejecutivo, sin problemas.

– ¿Se imagina a Cristina renunciando?

– No, no creo que dé un paso al costado. Pasa que también hay una responsabilidad de Máximo y Cristina de decir qué es lo que quieren. El silencio conduce a esta situación.

– Cuando hizo la alianza con Cristina Kirchner los radicales le dijeron traidor. Cuando votó contra las retenciones el gobierno de Cristina le dijo traidor. Para otros, que ya lo habían vapuleado, fue un héroe. ¿Qué es la traición en la política?

– (Se ríe) Hubo radicales que me dijeron traidor al principio y hoy están sentados en las bancas del Frente de Todos, como (Leopoldo) Moreau. Ha habido un sobre abuso de esa palabra. Traición también es quien maneja fondos públicos enriqueciéndose a costa del esfuerzo de la gente. Es muy subjetivo, porque a veces un sano consejo es ser mas leal que decir “está todo bien” como hacen muchos aduladores sabiendo que el barco va a la deriva. Todo depende del color del cristal con que se mire. En ese momento el país atravesaba una crisis social muy fuerte.

– ¿Cristina lo está traicionando a Alberto limando su poder o él la traicionó no haciendo lo que ella, que lo llevó a la Presidencia, quería?

– Vamos a estar con esas idas y vueltas. Por eso se tienen que juntar y arreglar la relación, que tiene ya un origen complicado. Ella también sabía que sin él no ganaba. Tienen que analizar el rol de cada uno y compartir esfuerzos y responsabilidades, pero dejar de trasladarle los problemas a la gente que ya tiene suficiente con la economía y la inseguridad.

– ¿Cuánto juegan las personalidades y el ego ?

– Mucho. Hay que saber lidiar con el carácter propio y del otro, saber llevarse, cuidar las formas. Es hasta sociológico el problema. Y como la película: “alguien tiene que ceder”. Una cosa es buscar consenso. Pero si es “hagan lo que digo y si no no sirve”… Es muy difícil. Hay que aprender a restringirse cuando está en juego la cuestion pública, porque hay un país detrás.

– Es fácil observar la crisis del Gobierno, pero si Juntos por el Cambio estuviera en la Rosada no hay garantías de que no les pasara lo mismo con las divisiones internas que tienen.

-​Sí, hoy nosotros somos oposición y por eso no trasladamos los problemas a la ciudadanía, más allá de que gran parte del electorado también nos quiere ver ordenados como alternativa. Pero tenemos que aprender y hacer una fuerte autocrítica de cómo se llegó al Gobierno en 2015, y cómo se terminó siendo una coalición parlamentaria, en vez de una de gobierno.

– ¿Les puede volver a pasar si ganan en 2023?

– Hay que trabajar en consensuar un único programa económico, educativo y de relaciones exteriores que son los pilares de cualquier gobierno. No podemos llegar sin un único plan de gobierno. Después los que quieren participar del proceso le darán sus matices, pero el rumbo, el trazo grueso tiene que ser uno y estar perfectamente definido.

¿Tiene un candidato radical?

– La UCR está mejor posicionada que años anteriores. Tiene muchos candidatos buenos, algunos con experiencia gubernamental y otros que captan el interés de la ciudadanía como Facundo Manes, que es una figura nueva, sin antecedentes, pero genera empatía en la sociedad. Tenemos que ver cómo compaginamos todo eso para encontrar una buena fórmula que potencie las posibilidades.

-En 2008 dijo que esperaba que sea la historia la que lo juzgue. ¿Cree que ya lo hizo?

– Hay un refrán que dice “otros vendrán, qué bueno te harán”. Yo me siento honrado porque después de lo que paso cada vez que fui a una elección los mendocinos me eligieron. Pero es interpretativo. Cuando dije esa frase esperaba que se entendiera la situación, en su tiempo y espacio. El contexto, el esfuerzo, y lo que estaba en juego. Había un problema social muy grande, no era sólo económico. Muchos hoy ya hablan de la 125 como un error, a otros les falta asumirlo. No sé que hubiera pasado si el desenlace era otro.

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