Luis RossiMendoza en foco

Pasó la Vendimia, ¿y ahora?

Los sospechosos de siempre. Los que dicen que vinieron a salvar a todos y solo se salvan a sí mismos.

Otra Vendimia más y nada nuevo bajo el sol (casi). Las acostumbradas críticas y alabanzas al espectáculo del acto central, la Vía Blanca y un iluminado desfile de las reinas, el Carrusel con el reiterativo paso de carros y comparsas más la tradicional fruta que va y fruta que viene…

Si hay algo destacable también, es la sonrisa de los políticos en los palcos (claro que mucho más sonrientes que los productores y verdaderos vendimiadores) y la recurrente presencia de aquellos que van a “salvar”, no solo a la vitivinicultura, sino al país, pero que siempre se terminan salvando ellos.

Quien haya estado en Bermejo el domingo por la tarde habrá podido apreciar el constante despegue de aviones privados de los más diversos modelos, seguramente trasladando a todos los que se quedaron al famoso almuerzo de la “solidaridad”, principalmente para quedar bien con el dueño de casa y para hacerse un poco más visibles ante la inocultable rosca de los políticos tratando de posicionarse de cara a las elecciones del 2023. Y no hay que dejar de lado a los que se llevaron una agenda cargada de contactos para futuros negocios, para muchos al fin y al cabo de eso se trata.

Pero ya todo volvió a su normalidad, hasta la próxima fiesta. Pero ésta dejó algunos hechos que no serán fácil de olvidar: la resistencia de una reina blue, la candidata con dos mandatos cumplidos como reina de Guaymallén que, con una vestimenta atípica y sin corona, en la Bendición de los Frutos se animó a decir desafiante “yo no estoy de acuerdo”. Tampoco olvidemos la trascendencia que adquirió el debate sobre la cosificación de la mujer, mientras las postulantes al cetro mayor durante el acto central estaban en fila sobre el escenario como si fueran objetos de una subasta de belleza.

En la post vendimia sería interesante (y por qué no obligatorio) que las autoridades brindaran un detalle tanto de las erogaciones que se realizaron para todos los actos vendimiales como también sobre cuánto fue lo que se recuperó mediante los ingresos (entradas, publicidades, etc.), algo que pareciera no va a suceder a la hora de las evaluaciones finales. No deja de ser trascendente que la gente conozca esas cifras. Recordemos, por solo citar un ejemplo, que en uno de los últimos festivales “Rivadavia le canta al País”, en los pasillos municipales se rumoreaba de que se habría producido un déficit de alrededor de 25 millones de pesos, por lo que no me quiero imaginar lo que puede resultar en una fiesta de la vendimia.

Según las planillas de los presupuestos gubernamentales por programa publicadas por el propio Gobierno, para todo el proceso de cada fiesta, en total se suelen destinar alrededor de 300 millones de pesos, casi lo mismo que eroga el Instituto de Sanidad de Calidad Agropecuaria (ISCAMEN) en sueldos, o para hacerlo más simple aún, más del dinero asignado al funcionamiento del Hospital Pereyra, una de las instituciones más importantes a la hora de hablar de salud mental y adicciones en la Provincia.

Otro de los aspectos importantes para resaltar es que, tanto en el famoso desayuno de la Coviar como en el almuerzo vendimial, no se realizaron anuncios importantes para el sector de los productores vitivinícolas, sino solo para los grupos empresarios del sector. Todo estuvo centrado en un requerimiento de medidas que a la hora del famoso “derrame” poco y nada le llega a los viñateros.

Y retomando parte del título de la nota ¿Y ahora? Nada, ha seguir laburando, a los comunes no nos queda otra. Como siempre, “a río revuelto ganancia de pescadores”.

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