Christian SanzPortada

Se lanza De Marchi, Suarez en el barro vendimial, y el otro testaferro mendocino del Pata Medina

La columna política de Diario Mendoza Today.

Alberto Fernández pasa por uno de los peores momentos de su gobierno, con una sucesión de erráticas decisiones que lo están llevando a enfrentarse, no solo con la oposición, sino también con los referentes de su propio espacio.

La “lavada” postura argentina respecto del ataque de Rusia a Ucrania, no conformó ni a oficialistas ni a opositores. Encima contó con el antecedente de la innecesaria visita del jefe de Estado al dictador Vladimir Putin, pocos días antes de que este decidiera ponerse en contra del mundo entero.

A ello hay que agregar la negociación con el Fondo Monetario Internacional, que no logra ser avalada por el núcleo duro del kirchnerismo y La Cámpora, por lo lesiva de sus cláusulas. Ello conspira para que logre llegar al Congreso Nacional, con la consiguiente discusión parlamentaria.

Lo insólito de la cuestión es que la oposición ha puesto menos trabas al trámite que el propio cristinismo. Dicho sea de paso, la propia Cristina Kirchner aún no se ha pronunciado al respecto, ni siquiera por Twitter. El FMI mira expectante. Juntos por el Cambio también.

Entretanto, la imagen de Alberto Fernández decae más y más, sin solución de continuidad. Arrastrando consigo a los demás miembros de su gobierno. La única reacción ante tal situación por parte del Frente de Todos es organizar una marcha de apoyo al presidente, la cual se llevará adelante el 1° de marzo, día en el cual se oficializará la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso.

Quien ha convocado a manifestarse en favor de Alberto ha sido el desdibujado jefe de Gabinete, Juan Manzur —quien amagó con renunciar hace unos días— a través de su cuenta de Twitter: “Tras un importante acuerdo con diversos y numerosos sectores que integran el @FrenteDeTodos, decidimos movilizar frente al Congreso de la Nación para apoyar al presidente @alferdez“, anunció.

Allí, en ese preciso momento, se oficializará la ruptura entre albertistas y cristinistas: los camporistas ya anticiparon que no marcharán en favor del mandatario. Tampoco los referentes cercanos a Cristina.

Será un raro desaire, porque se supone que, mientras ello ocurre, la vicepresidenta estará acompañando a Alberto en aquel acto. Donde hablará de la unidad y los acuerdos dentro de su propio espacio. Habrá duras palabras contra la pandemia del Covid y, más aún, contra el gobierno de Mauricio Macri. Nada nuevo bajo el sol.

Habrá que ver qué hace Cristina entretanto, cuál será su lenguaje “no verbal”. A su vez, será oportuno otear lo que suceda durante los días posteriores. Principalmente, porque el peronismo “tradicional” intentará por enésima vez avanzar en la conformación del “albertismo”.

En eso trabajan los gobernadores peronistas encabezados por Juan Manzur y Sergio Uñac, el triunviro Héctor Daer de la CGT, el Movimiento Evita y puntuales agrupaciones creadas a los efectos de trabajar en la eventual reelección de Alberto. La principal es el Espacio A23, que viene creciendo en diversas provincias en el armado del aparato que buscará obrar aquel milagro.

En tanto, el kirchnerismo duro empezará una campaña de persistente erosión de la imagen del jefe de Estado, principalmente en medios K. Los hombres de confianza del presidente serán los primeros afectados por esa movida. Habrá que seguir de cerca las columnas de Horacio Verbitsky.

Al mismo tiempo, el cristinismo y La Cámpora se irán despegando poco a poco del presidente y sus decisiones, para mostrarse como una alternativa en 2023. Intentando hacer olvidar a la ciudadanía que fue la propia Cristina la que erigió a Alberto como jefe de Estado. En sentido directamente proporcional, se intensificarán las protestas de organizaciones sociales que responden a Cristina.

Serán meses complicados, que en lugar de la necesaria gestión mostrarán los coletazos de una incipiente guerra fría. Habrá que ver qué hace la oposición al respecto, cuyos dirigentes últimamente parecieran no estar a la altura de las circunstancias.

Como sea, mientras tanto un país mira consternado, esperando soluciones. Pero todo indica que habrá que cruzar los dedos y rezar. No hay mucho más para hacer.

 

Mendoza, la tierra del sol y el quilombo

A nivel local, no hay grandes escándalos políticos salvo los coletazos de la ya mencionada entrega de tierras en Malargüe a un grupo de tipos con frondoso prontuario. Curro que convoca a oficialistas y opositores por igual, salvo honrosas excepciones. Lo mismo ocurre con los grandes medios mendocinos, que presentan el tema como si fuera una simple “polémica”. No es gratuito.

Sea como fuere, habrá novedades en los próximos días respecto de esa cuestión, ya que una ONG de Buenos Aires avanza en una presentación judicial que dará qué hablar.

Fuera de ello, no hay grandes discusiones en la provincia, salvo la tontera de la boleta única y alguna que otra cuestión satelital de menor cuantía. Entonces, ante la carencia de grandes debates, el vacío suele llenarse con trivialidades, como la discusión por la reina de la Vendimia de Guaymallén, barro en el cual Rodolfo Suarez se metió solito, sin que nadie lo llamara.

Hay toda una ensalada ahora mismo que nadie sabe cómo terminará finalmente. Con una soberana “paralela” y otra oficial, que ya ocupó ese cargo, y una discusión en la que debe terminar de terciar la Suprema Corte de Mendoza. Como si no hubiera temas más importantes que debatir. Sin mencionar que los tiempos corren entretanto, con una Vendimia que está a la vuelta de la esquina.

Y cuando pasen todos esos festejos, empezarán las pujas políticas de rigor, con las miras puestas en 2023. En ese marco, el peronismo aún debe armar una buena estrategia y decidir si continúa dentro del Frente de Todos o no. Es la gran discusión que viene dentro de ese espacio.

Por su parte, dentro del oficialismo local habrá una interesante interna, con jugadores de primer nivel. El mediático Luis Petri ya se anotó para ser candidato a gobernador. Alfredo Cornejo haría lo propio. Y aparece un tercer contendiente, que inquieta al cornejismo, Omar De Marchi.

Aún no ha dicho nada a nadie, pero en unas semanas el otrora intendente de Luján se lanzará oficialmente como candidato a ocupar el Ejecutivo mendocino. Con una campaña basada en puntuales propuestas para “potenciar” la matriz de la provincia. De más está decir que el peronismo no será el gran oponente del cornejismo, sino De Marchi.

En otro orden de cosas, hay una fuerte avanzada política para tratar de zafar en Buenos Aires al gremialista Juan Pablo Pata Medina de sus problemas judiciales, so pretexto de aquella reunión de la “Gestapo” macrista donde se habló de meterlo preso a como fuera. Entretanto, la Justicia busca más pruebas que lo comprometan, para lograr el efecto contrario.

Ello tiene derivaciones insospechadas en Mendoza, ya que, como publicó oportunamente Diario Mendoza Today, uno de sus testaferros, Horacio Homscuida sus intereses a nivel local.

Pero hay otro prestanombre, sobre cuya figura nadie ha puesto el foco aún, se llama Pedro Ferrer dice ser propietario de ‘Pizza H’, bar Brooklyn (ex La Gringa) en la Arístides y ‘Siete 77’.

Ahora mismo, los investigadores han puesto el foco sobre su persona, porque creen que allí está la clave de todo. Principalmente el posible lavado de dinero de la corrupción.

Lo que viene será para alquilar balcones, pase lo que pase.

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