Nicolás Sanz

25 años sin Cabezas y el negocio aún funcionando

La hipocresía reina, la mafia camina, y finalmente Cabezas no importa.

El 25 de enero de 1997 el reportero gráfico José Luis Cabezas era hallado en un auto calcinado y con dos disparos en la cabeza. ¿La razón? Haberle sacado una foto al narcoempresario Alfredo Yabrán.

Era la mafia la que actuaba entonces, con Yabrán llenando abultados bolsillos de políticos y periodistas para que todos callen. Pero Cabezas decidió ir más allá y darle una cara al entonces misterioso nombre.

Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente”, supo mencionar Yabrán y al final se terminó cobrando venganza.

Luego de este luctuoso hecho, el empresario comenzó a verse perseguido, complicado, algo nuevo para un hombre que controlaba todo gracias a sus onerosos “aportes”, por lo que, finalmente, se quitó la vida el 20 de mayo de 1998. O eso dicen, porque aún ello está en duda.

Sin embargo esa no es una cuestión significativa para la presente columna, sino el hecho de que la estructura mafiosa que construyó y creció de la mano de Alfredo Yabrán aún hoy, a 25 años de un crimen que conmocionó al periodismo en particular y a la sociedad en general, continúa funcionando.

Todo comenzó a fines de los 80, cuando el sindicalista Hugo Moyano empieza a pisar fuerte en Camioneros y decide, en privado, ofrecerle que los camiones de las firmas que manejaba Yabrán se afilien al gremio.

Es dable rememorar que Yabrán era dueño de varias firmas de transporte de caudales y postales, pero nunca le hizo caso, recién algunas de esas empresas se afiliaron al sindicato una vez desaparecido el jefe.

El tema es que Yabrán inventó un sistema para el transporte de drogas, a través de estos camiones, que era altamente efectivo y redituable. Moyano comienza a mirar el negocio con cierto cariño y es allí que Alfredo le da una serie de consejos.

En pocas palabras le dice al sindicalista que haga el negocio con sus camiones pero que no se crucen las rutas. Con el tiempo el negocio de Moyano creció. Sin prisa, pero sin pausa. A punto tal de llegar a adquirir la firma postal OCA a través de un testaferro de nombre Patricio Farcuh.

Pero no es casual que entrados los 90 le hayan encontrado medio kilo de cocaína a Moyano en una oficina suya y haya asegurado, entonces, que se trató de una “cama” que le había hecho Yabrán.

De hecho, últimamente se han encontrado encomiendas con droga en Correo Argentino. El último hallazgo se dio en la noche del 12 de enero del corriente 2022. ¿Casualidad?

En su momento, cuando la concesión del Correo Argentino la tenía Franco Macri, este, el 18 de abril de 2016, tuiteó: “Son varias las aclaraciones que debe el anterior gobierno. Explicar el ingreso al país de los narcotraficantes es una de ellas”.

Y agregó: “Cuando me confiscaron el Correo sin motivo pensé que era una decisión política. Hoy sé que fue para repartir algo más que cartas”.

Franco Macri había sido advertido, cuando se hizo cargo de la concesión de Correo Argentino, que Moyano enviaba drogas por encomienda, ergo, sabía muy bien lo que sucedía.

Pero ya nada importa, porque pasaron 25 años del asesinato de Cabezas, pero el negocio sigue funcionando. A nadie le importa realmente. ¿O será que hay varios muchachos adornados?

Porque, hay que decirlo, Moyano maneja gran parte de la política. No sólo eso, es íntimo amigo de muchos de los que hoy están en funciones, incluyendo al presidente Alberto Fernández quien, por obviedad, no emitió una sola palabra este triste 25 de enero respecto de lo sucedido con Cabezas.

Mientras tanto, hay que soportar la insoportable caradurez de una funcionaria, como la vocera presidencial y ex periodista Gabriela Cerruti, que tuitea rememorando al reportero gráfico siendo la portavoz de un presidente que es amigo del hombre que continuó con el negocio de Yabrán.

Como puede verse, la hipocresía reina, la mafia camina, y finalmente Cabezas no importa… ¿O alguien piensa cambiar la cuestión de fondo?

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