Christian SanzMendoza en foco

Los enojos (y juicios) de los funcionarios y la importancia del periodismo de investigación

Esta nota es en realidad una “no nota”. Apenas sí unas líneas de jactancia para florearme ante la nada misma, pero florearme al fin. Porque gané un nuevo juicio iniciado por un exfuncionario.

En este caso Néstor Roncaglia, exjefe de la Policía Federal Argentina, a quien acusé en 2019 de ser parte de una banda narco y decidió hacerme un juicio penal, por calumnias e injurias.

Tuvimos una audiencia de conciliación —que es de rigor— que finalmente fracasó y el litigio siguió avanzando. Pero en las últimas horas, Roncaglia decidió desistir de impulsar la querella y la Justicia me sobreseyó, consecuentemente. El fallo puede verse al pie.

Es un gran logro, porque siempre sostengo que soy el periodista más querellado del país y es complicado sostener la marca. Pero, más que mío, es un éxito de mi abogado y amigo Alejandro Sánchez Kalbermatten, que es el que se ocupa de defenderme una y otra vez, desde que tengo memoria. Y siempre me hace ganar.

Ergo, no tengo mérito alguno, o sí, no lo sé aún. Pero sí mi letrado y amigo, y a él van dirigidas estas líneas. Porque jamás me ha dejado en banda, ni en los peores momentos de mi vida. Incluso cuando parece que no hay victoria posible. Como aquel juicio que me hizo Aníbal Fernández en 2004, al que se sumó luego otro en 2009. Y terminé ganando ambos.

Ya me tocará perder alguna vez, o no. Poco importa. Ahora mismo lo que me interesa es decirle a mi amigo, Kalbermatten, que siempre le estaré agradecido. Y que es el mejor del mundo.

Nada, eso… 

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