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La hermana de la mendocina que murió en una comisaría de San Luis, furiosa por la liberación de los policías

Los policías procesados por la muerte de Florencia Magalí Morales no pasaron mucho privados de su libertad. El mismo juez que la semana pasada había procesado con prisión preventiva a Eugenia Argüello, Victoria Torres, Marcos Ontiveros y Reynaldo Clavero por vejaciones, lesiones y mal desempeño de funcionarios públicos, cinco días más tarde dictó su excarcelación. “Nos sentimos totalmente dolidos, denigrados y revictimizados por la disposición del juez (Jorge) Pinto que los excarceló, les puso una fianza que altísima y dudamos de dónde sacaron tanto dinero, estamos decepcionados porque la justicia se burla en nuestra cara y la de todos, la familia, los periodistas, los autoconvocados y las organizaciones que nos aconpañan”, dijo a diario PáginaI12 Celeste Moralesuna de las hermanas de Florencia Magalí, la joven que el 5 de abril del año pasado –en pleno ASPO– ingresó a la comisaría 25 de Santa Rosa de Conlara y salió sin vida. “Es como si a mi hermana la hubieran vuelto a matar, el juez y el fiscal son cómplices porque están encubriendo este femicidio, siguen pensando en delitos menores cuando hay una persona muerta, es una vergüenza que no hicieran lugar al cambio de carátula a homicidio”, agregó la mujer desde la ciudad de Mendoza donde vive con su familia y se hizo cargo de sus sobrinos huérfanos.

Los dos hombres y las dos mujeres de la policía puntana probablemente lleguen a su juicio oral sin haber pisado la cárcel. A Ontiveros le fijaron una fianza de 1.150.000 pesos y a Clavero de 2.150.000. “La gente está cansada de que se maneje así la justicia”, dice Celeste en diálogo con este diario. Ella es licenciada en obstetricia. Sus padres la están ayudando a criar a los hijos de Magalí.

“El día que mi hermana aparece muerta, el 5 de abril de 2020, el fiscal Roberto Silvestre permitió que la misma policía involucrada siguiera investigando, en lugar de apartar a todos los oficiales que estaban en ese momento en la comisaría, en qué cabeza cabe, todos sabemos que cuando ocurren estos casos tiene que intervenir otra fuerza”, dice con parsimonia de provincia y la contundencia de ser protagonista de una trágica historia cuyo final es impredescible. “Luego de 20 meses es una vergüenza que no nos hayan hecho lugar al cambio de carátula, es como si se hubieran ensañado con nosotros para que siga nuestro dolor y sufrimiento. Se habían ensañado con una mujer que el único delito que cometió fue salir a comprar comida para sus niños”.

Las declaraciones de la causa indican que Florencia Magalí –de 39 años, con dos hijos y un nieto– estuvo gritando y golpeando la puerta de su celda por horas. Pedía que la dejaran irse a su casa con sus hijos, que habían quedado solos. “Clavero me lo dijo en la cara cuando viajé a San Luis. Ella nunca se apartaba de ellos. Tratan la causa con cinismo. Me dijo que iba a llegar hasta las últimas consecuencias cuando él es uno de los involucrados en la muerte de mi hermana”. Celeste Morales no duda en afirmar que los policías armaron una versión de los hechos como si hubiera sido un suicidio. “Mi hermana no se ahorcó, no aparece muerta con un cordón de un buzo o de una zapatilla como se dijo. El cordón que había era de un borcego que, por las medidas, es de policía. Su cuerpo estaba todo golpeado, tanto que no me lo dejaron vestir, me dijeron que iba a ser muy traumático para mí verla así. La mochila con ropa que le llevó una amiga nunca apareció. No me importa la ropa, es la actitud. Así y todo le vi dos moretones en el pómulo izquierdo”.

“No elegimos esto”

Los Morales sienten que la causa avanza un paso y retrocede dos. “Desde hace mucho tiempo la causa tiene estos matices de avanzar y atrasar, avanzar y atrasar, lo único que ha hecho el juez Pinto es humillarnos con cada pedido que hacían nuestros abogados para investigar, sólo puso palos en la rueda para que no supiéramos la verdad. Cuando pedimos la autopsia tuvimos que esperar cuatro meses porque pretendía que los gastos fueran pagados por nosotros, que eran unos 250 mil pesos. Somos laburantes, mis viejos son jubilados. Esto te destruye la vida, no lo elegimos, nos pusieron en este lugar”. La hermana de Florencia Magalí recuerda que desde el minuto uno del caso le dijeron al juez que su hermana jamás se hubiera suicidado. “La mataron. Nos duele que con pruebas, con el trabajo de gente con experiencia, informes que respaldan el femicidio de mi hermana, el juez siga sin reconocer que fue un asesinato. Durante cuatro meses golpeamos puertas para que alguien se hiciera cargo de ese gasto, en plena pandemia nadie tenía nada. Se hizo cargo la secretaría de la Mujer de San Luis. Esta gente supuestamente fueron expulsados de la fuerza, entonces nos extraña como consiguieron tanto dinero tan rápido”.

El reclamo por justicia por la joven es acompañado por organizaciones feministas y autoconvocados de la ciudad de San Luis, que cada mes hacen una marcha. “No son actrices ni deportistas, son personas comunes que están cansadas de que se denigre a la mujer, del abuso de autoridad y a cada uno lo agradecemos. Si no fuera por ustedes la causa de mi hermana estaría archivada. El fiscal Silvestre lo pidió. Según él los policías habían cometido delitos menores, sugería que se les cobrara una multa de 750 a 12 mil pesos. Eso es machismo, para él la vida de mi hermana debe haber valido eso”.

Un cuerpo incompleto

“Ese día ella había ido a esa comisaría a buscar una tarjeta de débito que la tenía un amigo suyo, Javier Sosa. La versión de Clavero y los otros sinvergüenzas fue que a mi hermana la detuvieron en la vía pública, en bicicleta a contramano. Una cosa totalmente ilógica. Por medio de una cámara que está en el banco ubicado enfrente se ve que mi hermana entra voluntariamente, luego entra Clavero, y de ahí salió muerta”, dice Celeste Morales sobre los hechos. “Es inexplicable que hayan hecho eso. Era plena pandemia, y el gobierno decía que se podía salir desde tu domicilio hasta cinco cuadras. La comisaría queda a dos, no sé por qué Clavero se ensañó así, obviamente odia a las mujeres, y las otras dos mujeres policías Torres y Argüello estuvieron en el momento en que mi hermana fue golpeada, y no hicieron nada”, agrega.

Para ella, merecen estar presas por cómplices. “Torres me atendió una de las tantas llamadas que hice desde acá (Mendoza), y llegó a decirme que mi hermana estaba declarando y que por eso no podía hablar conmigo. Fue tan cínica y psicópata al decir eso, cuando ya tenía cinco o seis horas de muerta. Es muy triste, nadie merece ser golpeada, humillada y muerta como mi hermana. El forense Gustavo Lafourcade no respetó el protocolo de Minnessotta (N.d.R: que se aplica a casos de violencia institucional) y ni se molestó en hacer un examen genital para saber si la habían violado. Tenía más de trece golpes y hematomas y el forense no mencionó ni uno en su primer informe. Es cómplice de encubrir el asesinato, me hago cargo de lo que digo”.

Celeste se emociona, su voz se ahoga en una pausa. “Él se encargó de sacar músculos, arterias y venas del cuello de mi hermana, en vida nadie la respetó, y muerta tampoco”.

Después de almorzar con su familia, en una casa donde resuenan voces infantiles, Morales sigue analizando la casa. “La versión policial fue la excusa. Es una película pero no le encontrás sentido, los policías demostraron desprecio por la vida. Tienen que pagar. En la guardia figuraban siete, pero solamente imputaron a cuatro. En una testimonial se desprende que había más de diez. Muchos taparon, movieron e hicieron papeles para encubrir. Mi hermana en las imágenes de las cámaras aparece con una ropa diferente a la que tenía cuando aparece muerta, y tampoco es la misma que había en esa mochila que desapareció”, detalla.

“Vamos a hacer hasta lo imposible para que no haya más Magalí Morales, que se termine el amiguismo entre policías, abogados, jueces y fiscales. Hasta que no estás en esta vereda en que estamos hoy la familia Morales no se sabe el dolor que se siente. Cada vez que decís, bueno estamos logrando algo, pero viene el juez y revoca todo”. Se quiebra en llanto de nuevo y retoma eso que le sale de las entrañas.  “Nadie sabe lo que es verla a mi mamá llorar, ella pregunta por qué se ensañaron tanto con ella, por qué nos siguen haciendo esto, ver a sus niños que extrañan a la mamá, nuestro día a día es terrible. Vamos a pedir justicia. La amistad con el poder te da buenos encubridores. Sentimos un maltrato terrible. Pedí hablar con el Presidente, entiendo que hay muchísimas cosas más importantes. Le escribí y quiero una respuesta”.

Los hijos de Florencia Magalí fueron protegidos al principio para que no les llegara información. “Me acompañaron a la marcha de las piedras, ellos sabían que se estaba investigando la muerte de la mamá, que hay abogados y organizaciones. El más grande que tiene 13 empezó a involucrarse en la causa. Cuando salió la prisión preventiva me dijo ‘van a pagar los que mataron a mami’. Pero cuando anunciaron que quedaban libres no sabés qué explicación darle. Yo le había dicho que era un camino muy largo”.

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