Nicolás Sanz

El nuevo escenario político, el consenso obligado, el ocaso del kirchnerismo y el feudo formoseño

Los resultados provisorios de la elección legislativa general que tuvo lugar este domingo, no hizo otra cosa que reafirmar lo acontecido en las PASO, aunque quizá con alguna alegría más para el oficialismo, que logró remontar el resultado en dos provincias y lograr una banca más en la Cámara de Diputados.

Es que en Tierra del Fuego y en Chaco, donde el Frente de Todos había perdido en las primarias, ahora resultó victorioso. Asimismo, con los resultados de las elecciones celebradas en agosto, el oficialismo hubiese quedado con 117 escaños en la Cámara baja y ahora ostentará 118.

Pero no dejó de ser una derrota sin precedentes para el frente conformado por el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández, ya que, por primera vez desde el regreso de la democracia, el peronismo no tiene quórum propio en el Senado, acaso el reino de la ex presidenta.

De todas formas, es necesario destacar que en la provincia de Buenos Aires se achicó sustancialmente la diferencia entre las dos primeras fuerzas políticas. Mientras en las PASO esa brecha era de 4 puntos porcentuales, en las generales se redujo a 1.

Probablemente jugó un rol fundamental el sufragio de aquellos que votaron como “venganza” a otra fuerza política y, este domingo, apoyaron al Frente de Todos.

Pero en esta elección aconteció algo llamativo, a lo que deberían prestarle mucha atención tanto el oficialismo como la principal oposición. Se trata del hartazgo de la sociedad respecto de la clase política tradicional.

En el medio se pudo ver el surgimiento de un nuevo reparto del escenario político, donde la Izquierda se posicionó como la tercera fuerza a nivel nacional y consignó 4 bancas en la Cámara de Diputados.

Por otro lado el nuevo fenómeno de la libertad se mostró muy contundente y con una adhesión asombrosa. Es que, tanto Javier Milei como José Luis Espert, quedaron en el tercer lugar, tanto en la Capital Federal como en la Provincia de Buenos Aires. De esta manera, Avanza Libertad se queda con 5 bancas en Diputados.

Todo indica que la radicalización de las posturas en un fenómeno altamente redituable, por lo que tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio tendrán que seguir de cerca los movimientos de la Izquierda y de Avanza Libertad.

 

Consenso obligado

El Gobierno sabe que a partir del 10 de diciembre, cuando los legisladores electos se sienten en su banca, deberá negociar cada cosa que salga por el Congreso. En la Cámara de Diputados parece ser un poco más fácil, aunque dependerá del quórum de Juntos por el Cambio.

En la cámara baja será más sencillo ya que de por sí, por el momento, el Frente de Todos supera por dos Bancas a Juntos por el Cambió y cuenta, además, con el apoyo de bloques minoritarios, como el del mendocino José Luis Ramón, que le aportaría cuatro votos al oficialismo en los debates.

En cambio, en el Senado, la cosa parece ser más complicada. Acostumbrado a la mayoría, el peronismo históricamente utilizó la Cámara alta como una escribanía. Hoy esa costumbre esta por cambiar.

El presidente sabe que ello será así, no casualmente anunció que convocará a la oposición al diálogo para una agenda “tan compartida como sea posible“. Lo curioso es que lo hizo en un mensaje pregrabado repleto de “Ah pero Macris”.

Uno de los primeros temas en los que se tendrán que poner de acuerdo el oficialismo y la oposición, si es que han escuchado realmente a la población, es la creación de una boleta única en papel.

Durante el domingo, se pudo observar cómo muchas personas en redes sociales votaban en el exterior y mostraban la simplificación del sistema solo con el uso de esa boleta. El nivel de transparencia que genera, el dinero que se ahorra, y cómo merma el daño ambiental.

 

Ocaso K

Lo que se viene observando es el desencanto que de a poco, pero sostenidamente, viene generando el oficialismo en la ciudadanía. No es para menos, los escándalos y las polémicas están a la orden del día y el hartazgo se deja ver en lugares donde, incluso, el kirchnerismo se consagró como verdadera fuerza política.

El ejemplo más elocuente se puede hallar en la provincia de Santa Cruz, rincón del nacimiento del proyecto k. En Rio Gallegos Néstor Kirchner fue intendente, siendo luego electo gobernador hasta llegar a la presidencia de la Nación en 2003.

En aquella provincia del sur argentino, hoy gobernada por Alicia Kirchner, el Frente de Todos quedó en tercer lugar con el 27,55% de los votos, quedando en el segundo puesto SER –un partido provincial- y posicionándose en primer lugar Juntos por el Cambio con el 35% de los sufragios.

El problema que tuvo el oficialismo es que la pandemia desnudó, o dejó al descubierto, su peor cara. Reuniones en plena cuarentena estricta, negociados de distinta índole, privilegiados a la hora de recibir la vacuna, apropiación política de los fallecidos; todos desaciertos, uno atrás de otro.

Ahora, si bien se augura por lo acontecido el fin del kirchnerismo, el resto de las fuerzas políticas deberán seguir sus pasos de cerca. Una elección de medio término, por más mala que haya resultado para el oficialismo, no significa una constante en el tiempo.

Nadie sabe aún qué va a pasar en 2023 y La Cámpora no pierde peso. Si con la cantidad de desaciertos acontecidos durante la pandemia, el Gobierno aún sostuvo casi un 40% del caudal de votos en la provincia de Buenos Aires, no suena descabellado pensar que en los próximos dos años, mucho más promisorios a la hora de gobernar, el resultado termine siendo favorable para el FdT.

 

Monarquía formoseña

Algo de lo que poco se habló y que es necesario destacar, es el llamativo resultado a favor del gobernador Gildo Insfran. No tanto por el número en particular, siendo que sus candidatos lograron sacar el 58% de los votos en una provincia casi sin partidos, sino por lo que surgió del recuento de votos.

A las 9 de la noche de este domingo, cuando todas las provincias ya tenían más del 50% de las mesas escrutadas  -algunas ya por encima del 90%-, en Formosa apenas se había contado el 22% de los votos. Sólo unos minutos después ese número ascendió drásticamente al 66%.

Ello per se no es indicio de fraude ni nada parecido, pero sí es necesario mirar bien de cerca lo acontecido en esa provincia, donde el clientelismo está a la orden del día y donde un mismo dictador se encuentra al frente del Ejecutivo provincial hace 26 años. 34 si se tienen en cuenta los años en los que ejerció como vicegobernador.

Es ese mismo dictador el que fue denunciado por los centros de aislamiento y el negocio de los PCR para ingresar a la provincia. El mismo que empapeló los cuartos oscuros con la boleta de su candidato, Gustavo Ramiro Fernández Patri.

Entonces es lógico que se tienda a pensar en que posiblemente se pudo dar una suerte de fraude en aquella provincia feudal.

Tal cual dice un viejo refrán del saber popular: “hazte fama y échate a dormir”.

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