Famosos

De sufrir bullying en la escuela a ser la actriz porno más buscada de la Argentina

Por Mauricio Luna, TN.

“Soy Stefy Quinn, estoy casada, y desde hace siete años que soy actriz porno”. La mujer de 27 años elige las palabras de su propia presentación. Las expresa sonriente, sentada en el sillón más pequeño que tiene en el departamento que desde hace semanas alquila a pocas cuadras del Obelisco. Allí vive algunos días de la semana. Su verdadera casa está en San Miguel, la cual comparte con quien es su marido desde hace 9 años.

La decoración del dos ambientes que habita en una de las calles más transitadas del microcentro porteño tiene la imagen de Harley Quinn en réplicas y objetos coleccionables que acumuló a lo largo de los años. A ella le debe su nombre y sus clientes lo saben: “Solamente una de las figuras las compré yo. El resto me las regalaron”, cuenta a TN.

La villana de DC Comics se convirtió en la inspiración de la mujer nacida en José C. Paz, que se fue de su casa a los 16 años y jamás regresó. A esa edad vendió ropa en una feria y años más tarde montó su propio taller de costura en su casa. En el medio, a los 18 comenzó el trabajo sexual y más tarde a comercializar contenido erótico. Fue allí cuando se convirtió en la actriz porno argentina más requerida.

Hoy, al igual que la novia del Joker, potenció su agilidad para la pelea con clases de Taekwondo y Jiu Jitsu. “Empecé a entrenar después de algunos episodios en los que tuve un tipo encima y me sentí atrapada. Por suerte no me volvió a pasar, pero si llegara a suceder sé cómo defenderme”, relata.

—¿Qué respondés cuando te preguntan a qué te dedicás?

—Y, cuando me preguntan a qué me dedico, depende mucho de quién me pregunte y el ámbito en donde yo esté. Porque por lo general hay mucha presión social y hay mucha gente que juzga, entonces me fijo a quién decirle a lo que me dedico y a quién no.

¿Por ejemplo?

—Quizás al principio doy una respuesta mucho más sutil, que es que soy masajista, que es real. Soy masajista y quiropráctica. Y si tenemos confianza y veo que está todo bien, después de un tiempo les digo “bueno, mirá, lo que hago aparte ‘de’ es hacer porno”. O si no, con la gente que es mucho más conservadora, les digo que hago ropa, que también tengo un taller de costura en mi casa. Serían como diferentes niveles. Depende de quién pregunte (en las respuestas).

—¿Y qué le respondiste?

—Le dije “mirá, quiero estar, pero si uso una máscara o algo”. Y ahí cuando salió Los Pornoadams, donde uso unos máscaras de gatúbela. Dentro de todo mantuve el anonimato el tiempo que se pudo, ¿no?

¿Cómo recordás tu infancia y tu adolescencia?

No tuve la infancia más feliz de todas. Adolescencia no tuve la más feliz de todas. De hecho me hacían bullying en el colegio, me cargaban porque no tenía esta figura. Tenía sobrepeso cuando era chica, tenía muchos cachetes, entonces me decían que era gorda. Me molestaban por eso.

—¿Te iba bien en el colegio?

—Me iba muy bien porque me gusta estudiar y me molestaban por eso. No era muy popular entre los chicos. Ahora que tengo este salto es fantástico el contraste. Soy lo que siempre quise ser.

—¿Con tus papás qué relación tenés? ¿Saben a lo que te dedicás?

—Ellos saben, obvio, y me acompañan en lo que pueden, pero no hablamos mucho del tema. No es un tema que se toque a menudo con mis hermanos tampoco. Saben pero están ahí, al margen. Me gusta la relación con ellos y mi trabajo. Si tengo algún problema y quiero descargarme no lo hablo con ellos, lo hablo con mi marido o alguna amiga.

 

“Soy actriz porno porque quiero, elijo hacer esto al 100%”

—¿Cómo llegaste a ser actriz porno?

Llegué a hacer actriz porno de casualidad. Estuve en el momento y en el lugar indicado. Cuando yo empecé a trabajar, primero fui escort, empecé primero en la calle, después me metí en un lugar donde hacían masajes, pero después fui a un privado. La dueña de ese privado era amiga de Víctor Maytland (director de cine para adultos). Justo en una de sus visitas, Víctor me contó que estaba haciendo una película entonces me dijo “¿no querés participar?”. En esa época estaba un poco… Como que no quería tener tanta difusión o que la gente sepa lo que yo hacía, entonces mostrar la cara para mi era “uy, la gente va a pensar mal de mi”.

—¿Te pagaron mucho dinero?

La paga no fue muy buena, no voy a mentir, era muy poquito en relación a lo que cobraba. Quería la experiencia y la diversión. Sentir que todos me vieran, ser el centro, y pensar qué podía hacer sentir en la gente después de que me vieran.

—¿Es redituable grabar una película?

—Depende de qué productora te contrate. No todas tienen el mismo nivel de producción o presupuesto para pagarle a sus actores o actrices. Si es productora argentina para vender en Argentina no tiene tanto futuro. Si lo llevan al exterior sí.

—¿Por qué creés que en Argentina la industria nunca llegó a asentarse y potenciarse?

—No sé llegó a asentar por una cuestión cultural. El argentino tiene la cultura de no pagar. Me dicen bastante “¿cómo te voy a pagar si en Internet hay un millón de opciones y gratis?”. O “¿para qué te voy a pagar si espero un poco y aparece pirateado?”. Es una cuestión cultural de la Argentina. El extranjero paga, no tiene problema.

—¿Cómo le cae a tu marido que seas actriz porno?

—A él lo conocí cuando tenía 16 años. A los 18 fue cuando tuvimos la charla en la que yo le pedí permiso… Se lo comenté y le dije “me gustaría hacer esto, ¿vos qué opinás?”. Y ahí fue una negociación, y acá estoy. Acá llegamos.

—¿Tienen una pareja abierta?

El vínculo con él es bastante libre. Estamos pendientes de lo que siente el otro. Al principio no era fácil para él, pero fue encontrando una manera de sobrellevarlo. Le encanta verme hacer lo que hago. No existieron celos, nunca me hizo problema por nada. Mi marido ve el contenido que hago, me ayuda con planos e ideas para grabar. Me suma un montón en cuanto a la producción. Y en cuanto a las películas me acompaña a los estrenos.

—¿Te reconocen en la calle?

—Sí.

—¿Sufrís o sufriste acoso callejero?

Acoso en la calle suelo recibir de gente que me reconoce y me sigue; eso es algo que lo detesto mucho. Que me sigan dos o tres cuadras solamente para saludarme, que me cierren el camino, que me toquen para saludarme. He tenido gente que sí me esperaba en la puerta de mi departamento. Hay uno que una vez se quedó cinco horas esperando a que saliera. Todas las veces que salía veía que estaba. Era una persona que sabía que yo estaba en ese lugar y simplemente quería (decir) “hola”.

—¿Y en las redes sociales?

—Estuvo bajando bastante en el último tiempo, pero siempre está el mala onda que me dice que todo lo que digo o hago está mal. O que mi físico no se ve bien. Pero es gente que no está bien consigo misma y descarta su infelicidad en otra persona. Viene con el combo de la exposición, gente que cree que porque hago contenido con desconocidos ellos van a ser los afortunados del día. Y lo único que logran es asustarme.

—¿Sentís miedo cuando sucede eso?

—No siento exactamente temor por esto, simplemente que tengo que tener cuidado. Si tengo miedo es mucho peor porque me inhibe o me pone tensa, entonces no puedo reaccionar. Salgo atenta a la calle, pero no con miedo.

—Cuando pensás en el futuro, ¿qué imaginás?

—En cuanto a lo laboral, el futuro lo pienso todo el tiempo. Yo sé que a Stefy Quinn le queda poco tiempo, esto tiene fecha de caducidad. Si en algún momento me retiro de ser actriz porno, tengo mis otras facetas. Puedo hacer masajes, puedo hacer ropa, sé inglés y puedo hacer un traductorado. Tengo para donde ir.

—¿Qué mirada creés que tiene la gente sobre las actrices porno?

—Creo que la mirada social sobre las actrices porno o las creadoras de contenido está resumido en “uy, pobre, no tiene oportunidades en la vida y cayó en eso y tiene que hacer eso para comer porque no sabe hacer otra cosa”. Lo que yo espero es que cuando vean esto sepan que en mi caso no es así, yo tengo otras salidas. Yo tengo otro oficio. Otros oficios.

—¿Cuáles?

Elijo ser actriz porno, porque es lo que me hace bien, lo que me llena, lo llevo en el alma y es parte de quién soy. No soy prostituta, yo soy puta; hay una gran diferencia. Y soy actriz porno porque quiero, elijo hacer esto al 100%. Por otro lado divido el tiempo en mi trabajo de costurera también. El masaje es algo que también disfruto hacer. Soy escort únicamente con suscriptores vip, es algo que hago cada tanto. Mi página de OnlyFans tiene mucha continuidad, siempre estoy generando contenido nuevo para esas redes.

—¿Qué le dirías a una mamá o un papá que se entera que su hija quiere ser actriz porno o vender contenido erótico por Internet?

—Si hay padres que tienen a su hijas que está en la industria de hacer contenidos, de ser escort, lo que sea, lo que les aconsejaría es que las acompañen y las escuchen. Suele ser un trabajo en el que estás… A veces no te comprenden, entonces te sentís un poco sola. Por suerte tengo a mi marido que siempre me estuvo acompañando en todo. Pero sí vi colegas que, al estar solas, se refugiaban en las drogas, el alcohol, en malas juntas. Pero en cambio, si vos estás contenida, te evitás… O sea contenido en el sentido de estar resguardada en un círculo afectivo, donde estés segura y no tengas que caer en esas cosas.

En su casa montó un taller de costura, al cual le dedica todo el fin de semana (Foto: Stefy Quinn).

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