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Hace 13 años, antes de fallecer, Néstor Kirchner ya sabía que iba a morir

En primera persona, aniversario de la muerte del expresidente de la Nación.

“Hay algunos que hace mucho tiempo que buscan un muerto”. Cristina Kirchner, 21 de octubre de 2010.

El primero en sugerirlo fue Francisco de Narváez: el de Néstor Kirchner “fue el discurso de un hombre despidiéndose”, dijo el 10 de octubre de 2010, intentando interpretar las palabras que horas antes había pronunciado el ex presidente en el marco de un acto realizado en el Boxing Club de Río Gallegos.

En esa ocasión, lejos del discurso de barricada que solía caracterizarlo, Néstor habló de manera conciliadora, reconociendo que la Corte Suprema era realmente independiente y anunciando que cambiaría su domicilio legal a esa misma ciudad santacruceña.

Pero De Narváez no fue el único que vio un gesto de adiós en las palabras del ex Presidente: el entonces gobernador de Chubut, Mario Das Neves admitió que, “lo que se vio, fue muy parecido a una despedida” (1).

¿Es así? ¿Néstor se estaba despidiendo? Si es así, ¿por qué lo estaba haciendo? ¿De quién se despedía?

Difícil es saberlo, pero sencillo presumirlo. Diario Mendoza Today se tomó el trabajo de reconstruir el último mes de vida de Néstor Kirchner y pudo comprobar que el ex mandatario sabía desde principios de octubre de 2010 que le quedaban pocos días de vida.

Si bien no conocía específicamente cuándo fallecería, los médicos ya lo habían desahuciado. Sólo una fuente se animó a admitirlo a este periódico —un importantísimo ex funcionario del Gabinete K, de quien se especuló que volvería a ocupar un cargo oficial— pero, como se verá a continuación, los hechos hablan por sí solos.

Línea de tiempo

Junto con la intervención quirúrgica de su carótida, por parte de profesionales del Sanatorio de Los Arcos, el 11 de septiembre de ese año Néstor recibió una serie de recomendaciones a efectos de que su salud no siguiera resintiéndose. “El cuadro por el cual fue intervenido fue peor de lo que se dijo en su momento”, confió un ex funcionario en esos días.

Sin embargo, el ex mandatario jamás dio importancia a esos consejos y siguió en su guerra personal contra los medios, la oposición y la Justicia. Fue el principio del fin.

El golpe más duro le llegó el 5 de octubre, cuando la Corte Suprema anunció la suspensión del artículo 161 de la Ley de Medios, el más importante de todos: no casualmente, era el que exigía la desinversión en el plazo de un año a los grupos mediáticos “enemigos”.

La furia del santacruceño fue tal, que no vaciló en llamar a diversos referentes de izquierda, alineados al Gobierno, para pedirles que “escracharan” a los jueces supremos (2). Al mismo tiempo, se sintió desbordado: los dolores en el pecho fueron el indicador inequívoco de que debía hacerse un nuevo chequeo. Esta vez sería en completo secreto, sólo lo sabrían los más íntimos y su médico personal, Luis Buonomo.

Lo que escuchó de boca de los profesionales fue lapidario: su sistema coronario estaba colapsado por completo. Demasiado deteriorado como para intentar una intervención quirúrgica, especialmente teniendo en cuenta los problemas de “colon irritable” que lo aquejaban desde siempre. No había nada por hacer.

La sobrevida que le quedaba dependería de cómo siguiera su vida a partir de ese día. Obviamente, la política era lo que más lo acercaría al inexorable final. El único camino era el descanso absoluto, algo que desconocía —y aborrecía— Néstor.

Esa misma noche llamó a Daniel Scioli y le pidió reunirse a solas y de manera reservadaEl encuentro sería al día siguiente, 6 de octubre. Allí, Kirchner le anticipó al entonces gobernador bonaerense que se retiraría de a poco de la escena pública nacional y que fijaría su domicilio en Río Gallegos, lo cual sería refrendado públicamente en los siguientes días. Fue su primer gesto de retirada; algo que en ese momento nadie supo interpretar.

Dos días más tarde, frente a más de una docena de gobernadores, Kirchner repitió en Santa Cruz lo que ya había anticipado a Scioli: “Quiero decirles que he decidido traer mi domicilio a la ciudad de Río Gallegos, a la provincia de Santa Cruz”.

Antes de que los presentes pudieran reaccionar, Néstor fue más allá al ratificar la independencia de la Corte Suprema de Justicia. “Es un poder independiente y esperamos que realmente se consolide la independencia”, afirmó el ex mandatario en el marco de un discurso sereno, como nunca antes había pronunciado (3).

Otro dato: un día antes, el 7 de octubre, Kirchner había tomado la decisión de construir un panteón familiar pero no alcanzó a terminarlo. Aunque los papeles para adquirir la parcela se cumplieron, los tiempos de la construcción no previeron un desenlace tan veloz. ¿Para qué quería un panteón? ¿Por qué hacerlo secreto?

Los días posteriores fueron de ausencia total en la escena pública. Reposo absoluto, tal cual le habían prescripto los médicos. Esperó una semana, antes de volver a mostrarse en sociedad; esta vez bajo un elocuente silencio, en el marco del acto del día de la Lealtad convocado por Hugo Moyano.

Debió pasar otra semana más para que se volviera a ver a Kirchner públicamente: fue el viernes 22 de octubre en un acto que su esposa encabezó en la ciudad de Chivilcoy. Néstor habló sólo después de que el acto terminó y lo hizo para referirse brevemente a la muerte del joven Mariano Ferreyra. ¿Nadie sospechó que un hombre locuaz como él estuviera en —casi— completo silencio?

Los que lo vieron ese día, aseguran que estaba “caído” por completo. No era para menos: entre el voto —y el veto— al 82% móvil, el fallo adverso de la Corte, el enfrentamiento entre patotas y otras malas yerbas, la depresión de Kirchner era inevitable.

Lo cierto es que esa misma noche decidió viajar a Santa Cruz, para recalar al día siguiente en Río Gallegos, la ciudad de sus sueños; ese lugar al que le costaba volver desde 2003 porque era sistemáticamente “escrachado” por la misma gente que alguna vez lo había vivado en sus días de Gobernador. ¿Se trató de una despedida?

Como sea, el sábado 23 por la noche dio la primera muestra de su depresión al pegar un inesperado “faltazo” al festejo de los 28 años de la unidad básica “Los Muchachos Peronistas”. Pocas veces Néstor había estado ausente en ese acontecimiento, el cual contó con la participación del secretario de Legal y Técnica, Carlos “Chino” Zannini, Rudy Ulloa, Dante Gullo, Guillermo Moreno y la ministra de Industria, Débora Giorgi.

Kirchner prefirió dormirse temprano y, junto a Cristina, salió el domingo 24 a tomar un café a un lugar al que no había vuelto en años: el Hotel Santa Cruz, como en sus viejas épocas. Allí, sería retratado por última vez por simpatizantes a su gestión.


“En la última foto, Néstor Kirchner se veía muy deteriorado”, diría el portal Terra al referirse a esa toma. El dato es elocuente per se.

Prosigue la historia: el lunes 25 Cristina debía regresar a Buenos Aires, en el marco de una complicada agenda que la llevaría hasta Tierra del Fuego. Sin embargo, decidió “inventar” una “gripe con anginas” a efectos de quedarse al lado de su marido.

El martes 26 sólo fue jornada de descanso y paseo en una de las onerosas camionetas del matrimonio.

Horas más tarde, en la madrugada del miércoles 27, se daría el fatal desenlace.

Dudas y contradicciones

Aún persisten las dudas y contradicciones respecto a la mañana del miércoles 27. Los partes oficiales no se ponen de acuerdo en lo que comunican y los relatos familiares están plagados de contradicciones. Por caso, en un principio se aseguró que Cristina había reaccionado ante la falta de ronquidos de Néstor y que por ello se preocupó y llamó a uno de los médicos que los acompañaban.

Luego se aseguró lo contrario: que en realidad, “un sacudón en el cuerpo de su marido despertó a Cristina el miércoles a la mañana”. Ambas crónicas provinieron de las mismas fuentes gubernamentales.

Las demás contradicciones y dudas fueron planteadas por este cronista la misma mañana del miércoles 27 a través de oportunas preguntas sin respuesta, muchas de las cuales han surgido de las discordancias de las propias versiones oficiales.

Por todo ello y para finalizar, cabe preguntarse: ¿se suicidó Néstor Kirchner? ¿Es por eso que se lo veló a cajón cerrado? Aún es imposible saberlo, aunque el rumor empezó a circular esa misma tarde por las calles de El Calafate.

Sea como fuere, hay una cuestión que sí está probada: Néstor sabía que iba a morir.

Todo lo demás, a 13 años de aquel día, importa bien poco.

(1) Un día después, el 11 de octubre, Duhalde aseguró estar convencido de que Kirchner no daría pelea.

(2) El propio Luis D’elía lo admitió posteriormente.

(3) Pocos días antes había armado toda una movida para cuestionar a esa misma Corte Suprema.

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