Christian SanzMendoza en foco

Mendoza, los medios de comunicación, los empresarios y la hipocresía general

Alguien tenía que decirlo. Y somos los únicos que podemos hacerlo.

Decir que Mendoza es un hermoso lugar, es una verdad de Perogrullo. Nadie pone en duda aquella afirmación, que se sostiene en el mero recorrido por su implacable geografía.

Uno ha recalado en esta provincia allá lejos, en los idus de 2009, escapando de la locura de la Capital Federal… Y un poco de las presiones del kirchnerismo. 

El clima es perfecto: nunca llueve y la humedad es un concepto que pareciera no existir en el terruño mendocino. A su vez, el tiempo transcurre más lento que en Buenos Aires, donde todos se abren paso a los codazos y, por qué no, a los gritos.

Sin embargo, Mendoza ostenta otros vicios, relacionados con la idiosincrasia de sus habitantes. So pretexto de que son “montañeses”.

Refiere a su condición de “conservadores”, amantes del statu quo. De que nada cambie, a pesar de los discursos en contrario.

El nacimiento de Mendoza Today es una postal de aquello mismo. De esa condición que, se aclara, es descriptiva, no valorativa.

Porque, justo antes de armar este diario, uno vivió una situación insólita, que denota tal conservadurismo en “estado puro”. Se contará en primera persona.

Entre mayo y junio de este mismo año, me reuní en café Mokka de la peatonal con más de 40 empresarios, grandes, medianos y pequeños de Mendoza (no es difícil imaginar cuáles eran los “grandes”). A más de la mitad ya los conocía. A los otros los conocí al preciso momento de convocarlos.

No obstante, a todos les pregunté lo mismo: “¿Estás conforme con la Mendoza actual, a nivel político, económico y social?”.

Las respuestas fueron variadas, pero básicamente apuntaron a lo mismo: a que la provincia podría estar mucho mejor de lo que hoy puede verse. Uno solo de ellos me reconoció que no cambiaría nada de nada. Pero fue el único.

Los demás despotricaron contra los diferentes gobiernos de Mendoza, de los últimos 35 años. Pronunciaron palabras como “decadencia”, “atraso”, “corrupción”, “desidia”, “mediocridad”, y tantas otras. Sin mencionar a nadie en particular, pero hablando de todos a la vez. Acaso con alguna honrosa excepción.

Acto seguido, pregunté: “¿Qué opinas de los medios de Mendoza?”. Me reservo las respuestas, que también fueron múltiples y variadas, y cargadas de matices. A grandes rasgos, la mayoría reconoció que la prensa local esconde los casos de corrupción.

En un imaginario ránking de portales informativos, el más reputado resultó ser diario Los Andes. Por lejos. Elegido por la mayoría de los empresarios. En segundo lugar, inexplicablemente, fue mencionado MDZ, más abocado en estos días a la actualidad nacional que otra cosa. Los demás no movieron demasiado el avispero.

Entonces, llegó la tercera pregunta: “¿Te gustaría que hubiera un diario independiente en Mendoza, que contara lo que nadie cuenta?”.

Todos respondieron afirmativamente, alguno seguramente convencido, algún otro por compromiso. Pero nadie dijo que no.

Fue el momento de la pregunta final, la que todos esperaban que hiciera aunque yo no lo hubiera anticipado. Porque era obvio: “¿Financiarías a un diario independiente si tuvieras la oportunidad de hacerlo, con la garantía de que no tendrá compromisos con nadie?”. Nuevamente, la respuesta fue afirmativa.

Allí se acabaron todas las preguntas. Me aboqué a desplegar una serie de gráficos, números y estadísticas sobre el medio que yo imaginaba en mi cabeza. Con el formato de un diario real, a la vieja usanza, separado incluso por “secciones”, escapando a la lógica de los nuevos portales de mezclar toda la información, sin importar los géneros periodísticos.

A todos les gustó la idea, y prometieron aportar una cuota mensual de dinero para sostener la “patriada”. No era mucha plata, dicho sea de paso. Todo lo contrario.

El truco era justamente ese: no depender de un solo gran aporte dinerario, sino de varios, más humildes. “No poner todos los huevos en una misma canasta”, como suele decirse.

Cuando terminé con la última de las entrevistas, decidí poner en marcha el proyecto, embargado de una alegría superlativa. Admito que dormí poco en esos días, más por los nervios que por el trabajo en sí.

Gracias a Eliana Toro, mi compañera de vida, la página web estuvo terminada en menos de 48 horas. Era un lunes 14 de junio y aún recuerdo la primera nota publicada, sobre el negociado de la limpieza del Parque General San Martín. Fue el puntapié inicial de una serie de investigaciones de alta gravitación.

Dos semanas más tarde, con el tren ya andando, empecé a contactar a aquellos empresarios a los que les había pedido su invalorable aporte. Eran fines de junio y había que enfrentar los usuales gastos, personales y profesionales.

En ese momento, ocurrió algo inesperado y revelador: de los más de 40 que habían prometido apoyarme, solo 5 lo hicieron finalmente. Todos los demás se deshicieron en irrisorias excusas y justificaciones.

Con argumentos casi calcados, referidos a que Mendoza es una provincia pequeña y que, más temprano o más tarde, aportar a un medio independiente colisionaría con sus propios negocios.

Me pregunte entonces: ¿Adónde quedó aquello de que Mendoza es mediocre y decadente, y que los medios no contaban nada de nada?

Fue toda una lección para mí, que me permitió entender por qué Mendoza es Mendoza, al paso de las décadas. Con niveles de corrupción que suelen ser escondidos por jueces, fiscales y organismos de control que no sirven para nada. Y medios cómplices.

No me quejo en absoluto, toda experiencia es positiva, sea buena o mala. Y no carezco del apoyo de aquellos cinco empresarios que no me abandonaron jamás, aportando más dinero que el que les había pedido en un principio.

Destaco en tal sentido el acompañamiento de la firma Natania, el principal sponsor de Mendoza Today. Y el de todos los demás. Todos aportan en tiempo y forma, por suerte.

De todos los demás me quedó un sabor amargo en la boca, por la enorme cobardía denotada. De ponderar sus situaciones personales por sobre el bienestar general de una provincia que tranquilamente debería ostentar mejores indicadores que San Luis o San Juan. Y resulta ser la que mayor pobreza posee en el país.

Por eso, cuando alguno desee saber por qué Mendoza está en el pozo en el cual se encuentra, solo debe volver a leer estas líneas. Así de simple.

Por qué decidimos fundar un nuevo diario mendocino (no, no estamos locos)

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