Christian SanzPortada

El gabinete narco de Alberto, el regreso del negociado de los chalecos de Suarez, y la borrachera de Munives

La columna política semana de diario Mendoza Today.

Una semana de locos. Literalmente. En la cual el país parecía a punto de implosionar. Por el adverso resultado de unas elecciones primarias que el Gobierno tomó como una afrenta personal.

No pocos se preguntaban: si así se pusieron los K, con el revés de las PASO, ¿qué pasará en noviembre si obtienen el mismo resultado? Mejor no imaginar.

Cristina Kirchner hizo una interpretación particular de lo ocurrido el domingo pasado: entendió que la ciudadanía quería más radicalización K. Error: lo que le dijeron las urnas es todo lo contrario. Lo que busca la sociedad es moderación.

Hay allí mucho de voto bronca, ciertamente, por la inflación, la falta de trabajo y una economía que parece derrumbarse todo el tiempo.

A raíz de ello, la vicepresidenta impulsó todo un recambio ministerial en pos de mejorar los números del Frente de Todos de cara a noviembre. Es curioso, porque el único ministro que no se cambió es el que comanda aquel tópico que los votantes cuestionan, la economía.

Para colmo, la movida de recambio de ministros se manejó de la peor manera posible. A través de mensajes públicos que generaron escozor, no solo en la sociedad, sino también en los mercados.

Fueron misivas innecesarias, que ni siquiera atinaron a dar un mensaje al ciudadano de a pie. Solo se hablaban entre sí, Alberto y Cristina. Cristina y Alberto. Con una soberbia superlativa.

Finalmente, ocurrió lo obvio y sabido: la pulseada la ganó la vicepresidenta, e impuso todas las condiciones, sin aceptar una sola condición. Nada que deba sorprender: es su naturaleza.

El presidente demostró, una vez más (y van…) que es el cuzquito de Cristina. Y así y todo, esta última denotó que no lo tolera. Lo dejó claro en su feroz interpelación pública del miércoles.

Lo que vendrá no será aún una avanzada contra la república, como muchos auguran. Habrá, sí, mucho populismo y dispendio de recursos públicos. Pero la radicalización llegará después de noviembre, con avanzadas contra la Justicia, el periodismo independiente y puntuales empresarios. Es cierto que la vicepresidenta mastica vidrio, pero no lo traga jamás.

Sus errores pasan por otro andarivel: en este caso, la designación de los hombres que acompañarán a Alberto en su gabinete, empezando por los dos más cuestionados, Aníbal Fernández y Juan Manzur.

Ambos ostentas frondosos prontuarios delictivos, por delitos idénticos: narcotráfico, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y demás. ¿Qué clase de mensaje se da a la sociedad poniendo en los cargos más importantes a personajes de tal calaña? ¿Realmente cree Cristina que ganará los comicios exponiendo esos nombres?

Por su parte, Alberto perdió la gran oportunidad de posicionarse como líder político, como le recomendaron algunos gobernadores e intendentes bonaerenses esta misma semana. El terror a Cristina fue más fuerte.

Terminó convirtiéndose en aquello que siempre supo criticar: la figura de Héctor Cámporaun político mediocre utilizado por Juan Domingo Perón para entronizarse en el poder y luego descartado por este sin darle siquiera las gracias por los servicios prestados.

La figura que muchos creían que inspiraría a Alberto es la de Néstor Kirchner, a quien suele recordar de aquellos días en los que fue su jefe de Gabinete. Pero ello no ocurrió.

Luego de tres mandatos como gobernador de Santa Cruz, Néstor llegó de la mano de Eduardo Duhalde a ocupar el sillón de Rivadavia, con una debilidad enorme, derivada de las urnas, que le habían regalado apenas un 22% de preferencia electoral, por detrás de Carlos Menem.

Dos años más tarde, había construido el poder suficiente como para escindirse de su “padrino”, y armó su propio proyecto político. Bien alejado de las pretensiones de Duhalde y el peronismo ortodoxo.

Algunos gobernadores del PJ habían soñado el mismo destino para Alberto, también a dos años de haber llegado al poder, en plenos comicios. Pero no sucedió. Ni sucederá.

Imaginar el futuro es bien sencillo: el kirchnerismo está destinado a implosionar en el mediano plazo, porque es un sistema populista que solo funciona con grandes dosis de dinero, manejados con total demagogia.

Emergerá luego el peronismo tal y como lo conocíamos antes de 2003. Y allí muchos dirán lo mismo que aseveraban cuando culminó el menemismo: “Jamás fui K”.

Como sea, será el cierre de aquel ciclo que comenzó en 2001, luego de la caída de Fernando De la Rúa.

Habrá que ver qué nueva aventura peronista depara luego el destino.

Volvió el negociado de los chalecos antibalas (y la borrachera de Munives)

En Mendoza todo quedó opacado por el culebrón entre Alberto y Cristina. Hasta el peronismo se mostró desorientado en la provincia, sin saber qué hacer al respecto.

Ergo, sus principales referentes decidieron recluirse en las cuestiones locales, principalmente caminata y arenga para levantar la puntería en noviembre.

En tal sentido, sorprendió Lucas Ilardo por un posteo que hizo este sábado, recomendando una nota crítica del gobierno de Alberto Fernández. Durísima, pero sutil. Está claro que algo empieza a crujir en el PJ local.

En otro orden de cosas, esta semana volvió a ponerse sobre el tapete el negociado de los chalecos antibalas de Rodolfo Suarezobjetados no solo por su falta de seguridad a la hora de proteger a la policía mendocina, sino también por el personaje a quien se le comprarán.

Se trata de Gustavo Dorf, un hombre mega cuestionado, cercano a Daniel Muñoz, otrora secretario privado de los Kirchner. También próximo al operador todoterreno Daniel Angelici.

El legislador Marcelo Romano pidió explicaciones esta semana a los responsables de Seguridad en la provincia por tal contrato, pero terminó siendo denunciado ante el Inadi. Por presuntamente haber calificado de “gordo” a Néstor Majul.

Una situación bien conveniente para el gobierno de Suarez, a efectos de no tener que dar explicaciones, no solamente por el curro de los chalecos, sino también por el crecimiento de la inseguridad en Mendoza.

Fue una exposición polémica, casi escandalosa, donde los funcionarios mendocinos, encabezados por Raúl Levrino y Roberto Munives —ministro de Seguridad y jefe de la policía respectivamente— terminaron adjudicando a la pobreza y la inflación la disparada del crimen local. Los salvó el hecho de que los grandes medios decidieran no publicar tal desacierto, pauta oficial mediante.

Como ya reveló este diario, esa pauta consta de millonadas de dinero que sabe tapar negociados como el de la limpieza del Parque General San Martín y similares.

Hablando de Munives, lo persigue un escándalo de proporciones que intenta silenciar en estas mismas horas: fue descubierto en El Carrizal en completo estado de ebriedad por parte de efectivos de la Policía Vial de San Martín. Solo zafó porque los uniformados no se animaron a denunciarlo.

No obstante, las comunicaciones por Whatsapp entre ellos llegaron a la redacción de diario Mendoza Today. Solo por decoro se ha omitido publicarlas. 

Rodolfo Suarez junto a Roberto Munives
Rodolfo Suarez junto a Roberto Munives

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