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Bolsonaro: amenaza y resistencia a la democracia brasileña

Por Bernardo Mançano Fernandes, Télam.

A menos de cuatro décadas del fin de la última dictadura, de nuevo la democracia brasileña está amenazada.

En 2017, cuando Clacso realizó un evento en la Universidad Federal de Río de Janeiro-UFRJ para discutir el golpe que destituyó a la presidenta Dilma Rousseff en 2016, afirmé por primera vez que estábamos viviendo el inicio de un nuevo proceso dictatorial, análisis que fue refutado por la mayoría de mis colegas.

En este año 2021, algunos de esos colegas coinciden con mi análisis de hace cinco años. Hay un proceso dictatorial en marcha. Especialmente hoy, 7 de septiembre de 2021, cuando Brasil celebra 199 años de su independencia de Portugal, la democracia brasileña se enfrenta a una nueva amenaza.

El presidente Bolsonaro ha amenazado a los poderes Judicial y Legislativo, cuenta con el apoyo de sus seguidores fanáticos, conocidos como bolsominions, una parte del Congreso Nacional y las Fuerzas Armadas. Este 7 de septiembre es tanto un día de expectación por saber cuál es el siguiente paso del proceso dictatorial, como un día de resistencia de la mayoría de la población que defiende la democracia.

Son muchas las características de este proceso dictatorial, que utiliza tácticas de falsificación de información, manipulaciones legales, violencia y amenazas de intervención electoral con la participación de diversas instituciones directa o indirectamente. Por ejemplo, uno de los rasgos más fuertes es la espacialización del odio hacia el Partido de los Trabajadores (PT) y toda la izquierda brasileña.

El odio denuncia que el PT es corrupto por naturaleza y que todos los problemas del país son culpa del PT. Algunas manifestaciones de odio las vivió Luiz Inácio Lula da Silva, cuando la muerte de su esposa Maria Leticia Lula da Silva fue deseada por un médico en el hospital donde estaba ingresada, y cuando la muerte del nieto de Lula fue celebrada por los bolsominions en las redes sociales.

Otras características son: la antipatía hacia los indígenas, los campesinos, los quilombolas y los pobres en general; el descreimiento en la ciencia, especialmente contra las ciencias humanas, contra el pensamiento crítico en las escuelas y universidades. Esta postura ha interrumpido o extinguido las políticas públicas, desterritorializando a los pueblos y precarizando la construcción del conocimiento. Clacso siempre se ha manifestado en contra de estas posiciones ultraconservadoras.

La destrucción de los biomas de la Amazonía, la Mata Atlántica, el Cerrado, la Caatinga, la Pampa y el Pantanal, con incendios y facilidades para la creación de megaproyectos de agronegocios, minería y energía eólica y solar, son acciones del gobierno de Bolsonaro para su modelo de desarrollo neoliberal que está destruyendo Brasil.

Cada día, Bolsonaro pierde adeptos porque su gobierno es cada vez más insostenible. Brasil ha vuelto al mapa del hambre en el mundo, con un aumento del desempleo y la miseria. La incredulidad en la ciencia ha hecho que el gobierno de Bolsonaro no crea en la pandemia del Covid-19 y la compra de vacunas ha sufrido retrasos que han costado la vida de cientos de miles de personas.

Para sostener este gobierno ultra neoliberal con sus manifestaciones fascistas, se ha articulado durante años un proceso dictatorial, pero está perdiendo fuerza tanto por la resistencia como por el debilitamiento de las fuerzas que sostienen este proyecto totalitario. Este fue el camino analítico que recorrimos hasta este 7 de septiembre. La libertad y la democracia siempre resisten.

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