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La UCR pretende pelearle la interna al PRO con candidato propio en 2023: el papel de Cornejo y Sanz

Por Bernardo Vázquez, diario Clarín.

La interna bonaerense de Juntos por el Cambio entre Facundo Manes y Diego Santilli representa apenas el inicio de una disputa de poder entre la UCR y el PRO que viene escalando desde hace meses y que probablemente se potencie de cara a 2023.

Crítico desde el inicio de la campaña con su adversario en la PASO, Manes ha planteado en las últimas horas que por la participación del jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta en la campaña bonaerense la Ciudad parece “acéfala”.

Sus dichos se suman a los de otros referentes radicales como Ernesto Sanz, que en una entrevista con diario Clarín la semana pasada había planteado que desde el larretismo se busca “invisibilizar” la figura de Manes.

Desde el radicalismo sienten que 2021 se perfila para ser el año en el que el resurgimiento de la Unión Cívica Radical dentro de la política nacional finalmente se convierta en realidad.

Después de pasar mucho tiempo limitado a cumplir el rol de oposición férrea al kirchnerismo o de aliado del PRO sin demasiado margen de maniobra, el centenario partido está decidido a hacerse del joystick opositor e imponer condiciones de cara a 2023.

Manes, creen internamente, puede ser quien lidere el recambio generacional que hace años está esperando el partido. En el radicalismo sostienen que a menos que pierda la interna por un margen muy amplio, cualquier otro escenario será ganancia para el médico en su debut electoral en la provincia de Buenos Aires, Y que su figura tiene proyección nacional.

En las últimas elecciones de Corrientes, en las que se impuso el gobernador Gustavo Valdés con más del 75% de los votos, se escuchó un comentario de una voz autorizada del partido sobre la irrupción Manes. “Aunque seamos varios los que podemos tener aspiraciones para 2023, no podemos dejarlo afuera de la discusión”, dijo, tomando un café en la terraza de un coqueto hotel frente al Río Paraná.

Unos minutos después de esa confesión, fue Manes quien ingresó a esa poblada terraza y generó una verdadera conmoción entre los que merendaban. No sólo en varios de los huéspedes del hotel que nada tenían que ver con la cumbre radical y que salieron en manada a pedirle selfies, sino también de parte de los propios dirigentes del partido.

Hubo uno, de largo CV, que se acercó de manera respetuosa y se presentó, con nombre y apellido ante el médico, que sólo estuvo diez minutos, a pura sonrisa, y se fue hacia la gobernación para saludar a Valdés.

El histórico triunfo de Gustavo Valdés en Corrientes, ese domingo 29 de agosto, fue el momento más alto de un año en el que la UCR celebró elecciones partidarias en varias provincias, entre ellas dos masivas convocatorias en Córdoba y la provincia de Buenos Aires. Pero el impacto de semejante éxito en las urnas contra el kirchnerismo, llevó las pretensiones radicales a un escalón más arriba.

En Corrientes se vio un desfile de dirigentes radicales de diferentes provincias, edades y género. Hacía mucho no pasaba, reconocen los que peinan canas, que se ilusionan con la renovación que ya llegó.

“La Unión Cívica Radical tiene más de 100 años: existe, existió y existirá siempre”, dijo Valdés poco después de sacar más del 75% de los votos y lograr la mayor diferencia de una elección correntina en democracia. La frase del gobernador sirve para resaltar la figura del partido, pero también para desmarcarse desde lo discursivo de un comentario vox populi dentro del partido. Que Valdés, de 52 años, tiene proyección nacional si logra conocimiento en los próximos dos años. Y que él mismo aspira a poder instalarse como uno de los presidenciables para 2023, encabezando el recambio generacional del partido.

Un dato que potencia la estrategia nacional de Valdés es que en 2025 no podrá buscar otro período en Corrientes. En la interna de Juntos por el Cambio, cuenta con el apoyo del radicalismo pero también es visto con buenos ojos desde el PRO, que valora su gestión ordenada, sus votos y cierto prototipo similar al del manual de conducción del partido que lidera Patricia Bullrich y del que son referencias centrales Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Muchos lo ven como un buen candidato a compañero de fórmula del actual jefe de Gobierno en su búsqueda por llegar a la presidencia en dos años.

No es el único con pretensiones, claro. El tándem de dirigentes de mayor experiencia dentro del partido seguramente lo conforman Gerardo Morales, que también cumplirá su segundo mandato completo en 2023, Alfredo Cornejo y Ernesto Sanz. Los dos primeros, líderes radicales en Jujuy y Mendoza, son figuras que se proyectan fuera de los límites de sus provincias.

Sanz, en cambio, hace ya mucho que optó por observar la coyuntura radical desde afuera de un cargo. Su rol, confiesa a sus más cercanos, lo seduce mucho más. Armar, convocar y elaborar estrategias dentro de una mesa que se va haciendo cada vez más grande para jugarle de igual a igual al PRO en 2023.

En el soñado fin de semana radical correntino, fue él quien estuvo presente en cada mesa involucrando a cada uno de sus correligionarios en ese objetivo. Como en el fútbol, la mística y el sentido de pertenencia de un equipo muchas veces pesa más que las condiciones individuales de cada jugador.

Sanz busca transmitir ese mensaje optimista. Bien distinto al de principios de 2015, cuando en pos de unir a la oposición frente al kirchnerismo fue quien ideó Cambiemos, que terminó siendo Gobierno después de que una figura predominante como Macri se impusiera con holgura en la PASO frente al propio senador mendocino y a la líder de la Coalición Cívica Elisa Carrió.

Ahora la taba cambió, al menos en este momento puntual del vertiginoso carrusel político. El radicalismo tiene decidido competir en una PASO en 2023 con el PRO y quien quiera sumarse. Y si hay una lista de unidad, encabezarla. Faltan dos años, claro, y en Argentina proyectar cualquier cuestión en ese período de tiempo es ciencia ficción.

“Esta vez no les va a ser tan fácil”, reconocen en off dirigentes que descuentan una candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta. El abanico de nombres radicales, creen, es mucho más variado y atractivo. Y, por lo general, dicen, salen de esa lógica de ir en busca del análisis duro que ofrecen las encuestas y que identifican tanto en Rodríguez Larreta como en Macri y la mayoría de los miembros del PRO. “Son distintos, pero cometen los mismos errores”, opinan de los dos últimos jefes de gobierno porteño.

Sorprendió a muchos la ausencia en Corrientes de Martín Lousteau, otra referencia de la renovación radical, que saludó a Valdés por su victoria y dio entrevistas en TV valorando lo conseguido en la provincia, pero que prefirió quedarse en Buenos Aires.

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