Christian SanzMendoza en foco

Intentando derribar los mitos de la minería en Mendoza

En primera persona.

Mendoza supo ser la postal del infierno. Fue en 2019, cuando el gobernador de Mendoza, Rodolfo Suarez, decidió promulgar la ley 9209, aquella que modificó la emblemática y añeja 7722.

La sola idea de que ello fuera posible desató la furia de ambientalistas y grupos radicalizados, que salieron a copar las calles a efectos de revertir la medida.

“El agua de Mendoza no se negocia”, salieron a cantar a coro, al tiempo que impulsaron una serie de consignas de manual, muchas de las cuales resultaron ser meras leyendas urbanas. “Ahora se va a poder usar mercurio y eso va a matar a todos los mendocinos”, me dijo entonces un manifestante.

Me fue imposible explicarle que ese compuesto estaba prohibido taxativamente en la norma de marras. El fanatismo puede más que la lógica.

“El cianuro que usen los asesinos mineros va a perdurar para siempre en la naturaleza, contaminando todo”, insistió. Intenté explicarle que era falso. Que el cianuro es biodegradable. Pero seguía sin escuchar.

“Se van a consumir toda el agua de los mendocinos”, insistía el activista. Otro error: la minería consume solo el 1% de ese recurso en Mendoza. “¿Vos sabías que el riego “a manto” que usan los agricultores en la provincia consume el 5%? ¿Por qué no están protestando por eso?”, le pregunté. Y ahí sí me escuchó.

Pero la respuesta no fue la esperada… o sí: “Andate a la puta que te parió”, me dijo. ¿Qué responder ante el insulto?

No hay nada que decir, mucho menos que discutir. Porque muchos de los que protestaron eran como una secta. Solo respondían a slogans prearmados —casi todos falsos—, y jamás discutirán racionalmente.

“El control de la minería no es un monstruo de 7 cabezas y menos para una provincia como Mendoza que tiene fuerte experiencia en controlar actividades bastante más complejas que la minería, como es el petróleo”, me dijo entonces Emilio Guiñazú, subsecretario de Energía y Minería cuando lo consulté al respecto.

Porque, según él, la refinería “es muchísimo más compleja que cualquier actividad minera que se te pueda ocurrir”.

Y no es ningún secreto, en realidad. Porque Mendoza ya tuvo minería, allá lejos y hace tiempo. En los idus de 2007, Julio Cobos mediante, eso se acabó. “A medida que sale la ley 7722 se dejan de desarrollar los proyectos en Mendoza, se empiezan a desarrollar en otras provincias, y a la larga la gente se fue mudando adonde tenía trabajo. Entonces empezamos a perder toda esa base que teníamos de conocimiento acá en Mendoza. Esa era una de las cosas de mayor valor agregado de la industria”, me cuenta Guiñazú.

Hoy en día, cuando la crisis económica golpea las puertas de los argentinos —y los mendocinos particularmente—, la minería permitiría crear empleo bien remunerado y en cantidad. “Un proyecto te permite tener unos entre 3.500 y 4.000 puestos de trabajo de forma directa, y después en relación a cada una de esas miles personas que están trabajando en la mina, hay otras personas que le están prestando atención, logística, alimentación, comunicación, todo lo que se te ocurra que pueda necesitar un tipo trabajando a los dos mil metros de altura. Esto, insisto, durante la construcción. Si multiplicás esas 3.500 personas por 3 -por la cantidad de proyectos-, vas a tener casi diez mil personas trabajando directamente relacionadas a la actividad”, me comenta el subsecretario de Energía.

“Pero hay un tema con el agua, Mendoza carece de ese recurso”, le digo. Su respuesta no demora: “Lo sabemos, por eso invocamos a todos los especialistas que pudimos, no sólo desde diferentes puntos de vista, sino también desde diferentes ángulos. Por ejemplo, cuando hablábamos del agua trajimos a un hidrogeólogo de la industria minera, trajimos a gente del Departamento General de Irrigación… intentamos traer a gente de la Asamblea del Agua, que vinieron a las primeras reuniones y después dejaron de venir. Pero vinieron diputados de General Alvear y de diferentes lugares, y a partir de eso se fue enriqueciendo la visión de cómo nosotros podíamos llegar a desarrollar la minería en Mendoza, siempre en beneficio de todos los mendocinos”.

Respecto de los que protestan, Guiñazú describe: “Tenemos gente que de buena fe está asustada, pero le tiene miedo a la actividad por desconocimiento, porque nadie tiene porqué saber de esto. El problema es que bombardean con slogans todo el tiempo. Por otro lado, tenés gente que está cuidando sus intereses económicos que yo lo encuentro totalmente legítimo. También tenés vivos que utilizan ese caldo de preocupación y lo capitalizan políticamente para generar una base política que después utilizan de la manera que utilizan”. Es su valoración, ciertamente. No pienso refutarla ni avalarla, pero no está tan equivocado.

Solo me resta hacerle una crítica, puntual y directa: “Daría la sensación que el gobierno no ha sabido explicar todo esto en el marco de la discusión por la nueva ley minera”.

Lo confirma con su cabeza, y lo refrenda con sus palabras: “Sí, nosotros tenemos que aprender a comunicar mejor”.

Artículos Relacionados